Introducción

Por causas estrictamente sociales, sería posible pensar que las ideas que expondré -frutos parciales de una construcción sistemática del objeto-, si bien presentan conceptos y categorías diferentes a las cotidianas, serían interpretadas por Uds., sin mayores resistencias. Sin embargo, por las mismas causas sociológicas, sí me atrevería a imaginar resistencias dentro del “mundo de las organizaciones mediáticas”.

Sí; estoy hablando de resistencia a la comprensión. Porque la apertura cognitiva implicada, devela grietas y fisuras en las percepciones que los sujetos partícipes de esos micro-universos tienen de “sí mismos”, de “los otros” y de las propias relaciones sociales, históricamente establecidas.

¿Por qué un título que apuesta a intertextualidad, para dar cuenta de la actividad de los medios de comunicación? ¿Por qué evaluar la calidad informativa de los periódicos?

“¿Cómo estamos hoy, eh…?!”, funciona como enunciado interpelante respecto de las prácticas y rutinas de actores colectivos que se arrogan el derecho para “hablar del mundo” (en la práctica prescribirlo, pues no sólo describen cómo es, sino cómo debe ser interpretado [1]) “Evaluando la calidad de las noticias”, en cambio, se presenta como resultado del interés emancipatorio (usando libremente el concepto de Habermas) en el contexto de la mediatización de la sociedad contemporánea.

Un par de acontecimientos abonan esta actitud, que podría denominar crítica entre los medios y sus “lectores”: i) la distancia inicial se ha convertido en una brecha insalvable (el enunciado que resume las dimensiones existentes sería “No soy ciudadano, pero tengo a los medios”); ii) la persecución, en tanto actores políticos y económicos, de intereses objetivos (en el sentido de Bourdieu) que trastocan fuertemente las reglas de juego del campo periodístico (por ejemplo, el sometimiento a las “leyes” del mercado).

En este sentido, y en un adelanto de la conclusión general de la exposición, quisiera manifestar que los acontecimientos citados, imponen una acción potente y un acompañamiento constructivo de instituciones de la sociedad civil sobre la prensa. Sin por ello considerar esta iniciativa como una pretensión de control de sus rutinas y productos. En síntesis: quisiera proponerles un esfuerzo de imaginación y voluntad para i) profundizar la democratización de las relaciones societales a través de la acción de los medios, y ii) mejorar las prácticas profesionales.

Sentido común y construcción teórica del objeto

Ahora bien: ¿cómo avanzar en este interés? La “necesidad de realidad” (en términos Zemelman) me impone la aprehensión (como articulación dialéctica entre explicación/comprensión) de lo-dado y lo-dándose (la realidad en movimiento. Y simultánemente “obliga” a la construcción de un objeto, pensado como síntesis de múltiples determinaciones. Ambos esfuerzos cognitivos orientados a la generación de la teoría específica del objeto específico, y en el caso de referencia, la calidad informativa de los medios de Comodoro Rivadavia.

Bajo estas líneas generales, un ingreso posible al análisis de la calidad de las noticias sería la interpretación de la doxa. Este “sentido común” utilizado por productores y lectores, recupera y retiene algunas de las siguientes significaciones: i) errores factuales (“no es así”), ii) intereses espúreos (“están comprados”), iii) insuficiencias de capacitación (“no tienen idea”), iv) impunidad discursiva (“dicen lo que se les da la gana”), v) visión pastoral y representacional (“controlamos al poder”), vi) autopercepciones centradas en lo vocacional (“cumplimos una función social”), vii) autopercepciones de neutralidad (“informamos lo que la gente dice y hace”), viii) autopercepciones vicarias de la moralidad (“no le vamos a dar prensa a este tipo” [2]), ix) ideología de la organización de “puertas abiertas” (“que manden a Cartas al director”, “que venga que le hacemos una nota”, “te saco una fe de erratas” [3]). Existen otras que podrían incorporarse al listado, algunas de ellas, expuestas en otro contexto, pueden leerse en el libro escrito en colaboración, por Luis Majul (titulado Los periodistas) y también en la investigación exploratoria de Rosendo Fraga y su centro de investigación de opinión pública, editado por la Universidad de Belgrano. [4].

Esta mención, nos facilita el ingreso al segundo movimiento: el reconocimiento de las significaciones propuestas por la doxa académica. Y entre ellas vienen a mi memoria dos acontecimientos importantes; acontecimientos puestos en discursos y actuaciones: i) “el ombusman del lector” (propuesta de control sobre la propia actividad, presentada hace más de 10 años por el periódico porteño Sur [5]; y ii) la Teoría de la Responsabilidad Social (TRS), en el marco del normativismo propuesto por el funcionalismo norteamericano. La influencia de la TRS se ha potenciado, y esto en virtud de la aceptación de los propietarios de medios, a aceptar “ciertos” controles, que en principio contravendrían las máximas de la Teoría Liberal de la Prensa (sistemas de intervención legal y fiscales, códigos o estatutos protectores de la libertad editorial y periodística, códigos del ejercicio periodístico, regulación de publicidad, legislación anti-monopolista, consejos de prensa, fiscalización parlamentaria, subvenciones a la prensa, etc.) [6]

Es cierto, he expuesto el problema de forma espiriforme y descentrada, sin haber indagado en el eje de la problematización: los medios y calidad informativa. Pero sucede que estas revisiones y miradas, muestran criterios semantizados por ausencia. De allí, que aún faltan otros elementos a tener presentes en la construcción del modelo teórico pertinente que orienta esta ponencia.

Estos nuevos conceptos presentes a la hora de construir este objeto de indagación, deberían centrarse en las siguientes niveles:

  1. la multiplicidad y amplitud de las ofertas,
  2. el consumo y su omnipresencia en la vida cotidiana,
  3. la representación comunitaria de la práctica profesional y las perspectivas construccionistas sobre las noticias, [7]
  4. la cualidad bifronte de sus condiciones de producción, en tanto mercancía y derecho sociopolítico (articulación entre las exigencias propias de su característica de valor simbólico como público y mercantil);
  5. la elaboración y circulación pública de los respectivos contratos de lectura o proyectos editoriales (Verón, 1985) [8].
  6. La redefinición de los agentes participantes en el campo periodístico local, ante la aparición de los diarios on-line y las entradas satelitales en las radios porteñas que inauguran nuevos reglas de juego pues poseen capitales sociales suficientes para estructurar relaciones y movidas. [9]

Estos elementos, orientan decididamente el diseño de las estrategias, tácticas y tecnologías de investigación indispensables para dar cuenta del fenómeno en su lógica de funcionamiento, desarrollo y transformación. Y entre ellas, las posibilidades recurso analógico.

Y la pregunta sería: ¿En qué otros campos sociales se ha desarrollado, la perspectiva de la evaluación de la calidad? Y las primeras respuestas serían: i) en el campo de a producción bienes y servicios desde la mano de las estrategias de managment, y ii) en el campo de la educación.

La aproximación al concepto de calidad aplicada al ámbito de la producción informativa “usará críticamente” las elaboraciones de una de las narrativas propuestas. Y la seleccionada -lamentablemente no hay tiempo para explicar los cirterios de selección- han sido las metáforas de la evaluación educativa; es decir tal como lo han pensado pedagogos o interesados a las instancias educativas.

En este sentido, se proponen una serie de categorías y niveles de análisis capaces de generar imágenes comparativas entre las prácticas periodísticas locales y los discursos circulantes sobre la educación que permitan describir sus lógicas de funcionamiento y los nudos potenciadores de su transformación. Consciente de las diferencias intraparadigmáticas (desde “insumo-proceso-producto” hasta las más críticas viculadas a la “significación social de la educación, a sus condiciones de producción), la analogía exige nuevos esfuerzos de pertinencia y aproximación. Sin embargo, y a pesar de las paradojas y de lo peligroso de la embestida teórica, el camino que se propone ofrece ventajas.

De allí, que una de las primera preguntas a los efectos de organizar las estrategias de investigación debe centrarse en la elección de la Unidad de Observación (UO). Entonces será ¿evaluación de los productores, del producto (noticias) o de las organizaciones? Y esta no es una pregunta técnica, responde a todo un conjunto de decisiones epistemo-metodológicas. U

na posibilidad sería sencillamente enunciar este deseo, e interpelarlos a que se profundice su discusión política, epistemo-metodológica. Otra, de corte formalista, propuesta dibujada desde la teoría -un punto no compartido y en la práctica, excluido desde esta ponencia-. Y una tercera, posibilidad -aunque Uds. seguramente imaginarán otros- que sería proponer una serie de criterios a fin dejar planteada la discusión y promover al encuentro de cátedras universitarias, empresas mediáticas, organizaciones gremiales y profesionales a fin avanzar en la construcción de categorías, niveles de empiricidad, estrategias y tácticas de indagación. Y entre las sugerencias, por ejemplo: comenzar la indagación a partir del producto.

Desde una perspectiva de construcción del objeto, desde la mirada que lo imagina y narra como condicionada (y no determinada) por instancias de producción, la noticia -robándole letra a Marx- es síntesis de múltiples determinaciones, y por lo tanto, en el producto es posible encontrar (tras un trabajo de abstracción conceptual) las huellas de su producción.

Iniciar el camino investigativo desde el producto lleva a interrogarse sobre las condiciones de generación de mensajes, a fin de poner al descubierto los efectos ideológicos (Verón, 1967). Recuerdo que Verón en sus trabajos de mediados del ’60, señaló que todos los mensajes podían ser leídos desde una dimensión ideológica, pero que producían efectos ideológicos cuando no se explicitaban las condiciones de producción, el complejo sistema de decisiones.

Ahora bien, nada más peligroso a la hora de trabajar con conceptos que el aquel que da cientas de las condiciones de producción. Arreglando la frase de García Canclini, “de que hablamos cuando hablamos de las condiciones de producción”. Algunos conceptos útiles a tal re-armado y ayudarían a la visualización del proceso, pueden ser los siguientes: i) Umbral de noticiabilidad (relación acontecimiento-medios), ii) Reglas de selección y jerarquización de acontecimientos, iii) Fuentes periodísticas, iv) Naturaleza de las noticias, entre otros.

En este momento de la exposición sería oportuno cruzar las posiciones desplegadas con en el entramado conceptual de las apuestas teóricas educacionales. Y ellos son criterios básicos, expuestos en la bibliografía de este campo como: Relevancia, Eficiencia, Equidad y Eficacia.

Relevancia, en cuanto el sistema de medios para tener calidad debería ser capaz de ofrecer a los lectores los conocimientos que resulten relevantes para la vida como ciudadanos y para las necesidades presentes y futuras del campo social en que estos se desenvuelven. Eficacia, entendida como la capacidad del sistema de medios para lograr los objetivos -suponiendo que estos son relevantes- con la totalidad de sus lectores reales, en el marco de sus proyectos redacciones y contratos de lectura. Equidad, conocimiento y reconocimiento de los diferentes niveles de acceso al producto periodístico, a partir de diferentes puntos de apoyo social-cultural-económico. En este sentido, sería necesario ofrecer apoyos diferenciales. Finalmente, Eficiencia, que implica -en el marco de un bien resguardado constitucionalmente, controles y evaluaciones de la relación producción/misión social.

Con la intención de ofrecer una mirada comprehensiva estas apuestas iniciales deberían encontrar sus puntos de contacto con las evaluaciones producidas por los mismos protagonistas: productores y lectores, o en clave política, entre ciudadanos.

Conclusiones

En síntesis: es hora de que el periodismo, en la actualidad meta-campo del espacio social contemporáneo, se enfrente sin temores y fantasmas, a propuestas de evaluación de su calidad informativa. Asimismo, esta actividad sistemática de investigación y compromiso debería sobreponerse a las acusaciones de control sobre la prensa, y simultáneamente encontrar -en una idea que no he desarrollado pero que sería de interés comenzar a precisar- en las cátedras universitarias el espacio de tensión y crecimiento propicio, creativo y progresivo, para el fortalecimiento de esta práctica social legitimada y legitimante.

Notas

[1] Verón sostuvo (1967) que todo mensaje, aún aquellos fuertemente referenciales, cumplen una función conativa en tanto obligan al lector a determinadas miradas sobre la realidad social. En este sentido, es que sostiene que los medios producen y reproducen, desde una perspectiva semiótica, ideología. [volver]

[2] Recuerdo el caso del llamado “Diputado Chorizo”. Como se le adjudicaba cierto delito, su nombre no podía ser incluido en ninguna nota de las publicadas por un periódico local. [volver]

[3] Aunque a veces, es justo decir que parecen Fe de ratas, resemantizando el título de un viejo libro de Jorge Asís. [volver]

[4] Imágenes y percepciones de los periodistas sobre sí mismos y su actividad (informador, abogado, opositor al poder, intérprete de la realidad), presentada en asombrosa coincidencia y en clave de sentido común con el funcionalismo/conductista de corte lasswelliano. [volver]

[5] Lamentablemente, el periódico Sur, no sólo tuvo una corta vida como proyecto político y comunicacional, sino que el “ombusman del lector” apenas si públicó un par de análisis y sugerencias. [volver]

[6] Parece oportuno recordar algunas de sus afirmaciones, porque luego por obra y gracia del “efecto de teoría” han sido interiorizadas por los propietarios y periodistas: i) Expuesta como iniciativa norteamericana en 1947 como respuesta a las incoherencias básicas entre “mercado libre y libre empresa” y “libertad de prensa”: obstáculos en el acceso a los medios, monopolización creciente del mercado periodístico; ii) Reconciliación de tres principios: “libertad y elección individual”, “independencia de los medios” con las “obligaciones (deberes) de los medios y los individuos hacia la sociedad”. Los medios de comunicación deben aceptar y cumplir determinadas obligaciones con la sociedad; iii) Soluciones ante la posibilidad de conflictos: a) creación de instituciones públicas, pero independientes del poder del Estado (Colegios profesionales, colegios de ética, etc.); que enfatizarán en la “neutralidad” e “imparcialidad”, “exactitud”, “equilibrio”, así como se mostrarán sensibles a las demandas de las audiencias; b) profesionalización (a efectos de conseguir mejores niveles técnicos. De esta manera, se mantiene la autorregulación de los medios de comunicación dentro de los marcos legales y de las normas aceptadas socialmente (ej: evitar aquellas acciones que induzcan al delito, la violencia, el desorden civil, o bien que resulte ofensivo para las minorías étnicas o religiosas, otorgando el derecho a réplica, la presencia pluralista de las ideas, etc. [volver]

[7] Los trabajos desde la perspectiva interaccionista y etnometodológica (Fishman y Tuchman), además de algunos documentales, como por ejemplo Tinta Roja (1998), donde se muestra la “vida cotidiana” de la redacción del diario Crónica de Buenos Aires. [volver]

[8] Creo que sería oportuno incluir en este nivel, la aparición -entre los medios periodísticos que se precian de cierta presencia social- de los llamados Manuales de estilo. [volver]

[9] Recuerdo la negativa de uno de los periódicos a editar suplementos, allá por los ’86, y la argumentación: “Todavía no es tiempo”. [volver]

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