1. Introducción

Si la realidad social se caracteriza por la complejidad de su aprehensión (debido a la presencia e interacción simultánea o sucesiva de numerosas relaciones entre agentes, contextos societales y estructuras sociales cristalizadas), la perspectiva dialéctico/construccionista ofrece unas mirada y práctica distintas. Así se precia de pensar aquel entramado por vía de instrumentos cognitivos potentes que ofrecen oportunidades y presentan nuevos desafíos.

Esta tarea por demás ardua, no se alcanza con discursos y buena intenciones, sino a través de una serie de prácticas reflexivas orientadas fundamentalmente a la superación de falsa parejas epistemológicas y de concepciones que confunden la complejidad para aprehender el mundo con complejidad ontológica.[2] Y entre aquellas, podrían mencionarse las involucradas en la construcción de Modelos Teóricos (en adelante MT).

Analizadas algunas críticas, provocadas por el uso y abuso neopositivista (que equiparaba el modelo con los fenómenos mismos), por el supuesto enmascaramiento ideológico o la apropiación formalista del estructuralismo francés, la noción de MT aun puede recuperarse en tanto herramienta de imaginación creadora que permita dar cuenta de hechos sociales históricamente situados en el marco de la creación de la teoría específica del objeto específico. De aquí el surgimiento del concepto de Modelo Teórico Pertinente a la Lógica del Objeto (MTPLO).

Quizás el concepto tal como es presentado en este texto no sea el más útil para dar cuenta de aquello que se quiere hacer con él. Aún con esta salvedad se mantendrá, y hasta que aparezca uno con mayores márgenes de resolución.[3]

2. Aproximación a la noción de modelo teórico

El MT es el producto de un proceso de modelización del objeto de investigación, y por lo tanto, un experimento mental. De esta manera, una vez elaborado llevará las marcas de la primera táctica -edificada sobre las apuestas epistémicas y metodológicas de la lógica dialéctico/construccionista-[4] y de los principios reconocidos en los modelos teóricos. En este sentido, sobre ambos pilares se construye -en un movimiento espiriforme- una nueva representación, “más científica” del objeto. Nueva respecto al dibujo, groseramente expuesto, durante la táctica anterior. Nueva en su creciente nivel de complejidad.

Pero más allá de estas generalidades ¿por qué debería aceptarse el MT como herramienta de conocimiento? Porque sobre sus principios de construcción se elevan toda una serie de obligaciones cognitivas, a saber: i) rompe con los empirismos ingenuo y sofisticado, a la vez que exige una postura activa y sistemática del conocimiento; ii) goza de una flexibilidad propia de los criterios epistemo-metodológicos de las propuestas dialécticas; iii) permite la incorporación de las percepciones sobre el conocimiento, la historia y las prácticas de los sujetos sociales y de la realidad social coincidentes con la perspectiva construccionista/dialéctica; iv) favorece la aplicación del concepto de totalidad, recuperado en su sentido epistémico[5] v) no escinde el sistema de decisiones simultáneamente teórico y empírico de la práctica investigativa, y vi) incorpora una noción de explicación alejada del hipotético-deductivismo, y próxima a las corrientes interesadas en la reconstrucción de la teoría específica del objeto específico. En este sentido, MT se presenta como un instrumento de ruptura y a la vez de construcción.[6]

En su uso corriente, el MT proporciona el sustituto de una experimentación a menudo imposible en los hechos y, simultáneamente brinda el medio de confrontar con la realidad las consecuencias que esta experimenta. Lèvi-Strauss indicó con suma claridad que Rousseau y forma decisiva Marx enseñaron que la ciencia social al igual que la física no se construye a partir de los datos de la sensibilidad: “el objetivo es construir un modelo, estudiar sus propiedades y las diferentes maneras en que reacciona en el laboratorio, para aplicar seguidamente esas observaciones a la interpretación de lo que sucede empíricamente” (citado en Bourdieu, et.al., 1988:79).

En la filosofía de las ciencias, el término ha logrado una gran aceptación y empleo. Aunque también es justo decir que ha causado sus recelos debido a los diversos sentidos en los que se emplea, frecuentemente nada claros (Sierra Bravo; 1984:130) e inclusive opuestos (Samaja, 1995:245).[7] Pero “pese a los variados matices -tranquiliza Samaja- existe una idea central que es común a todas estas acepciones: la predicación de que entre un sistema ‘A’ y otro sistema ‘B’, hay una relación de ‘ser modelo’ ( ‘R’ ), entre ellos, si existe alguna semejanza formal” (Samaja, 1995:246). A pesar de esta aparente debilidad y de las críticas que ha recibido la noción, el uso de modelos en las ciencias sociales podría llegar a ser muy útil, especialmente ante la imposibilidad de manipular “físicamente” variables. Pero a condición de “no emplear sinónimos de este término que den a entender que el modelo pueda ser, otra cosa, que una copia (representación) que actúa como pleonasmo (redundancia) con lo real” (Bourdieu, 1988:76). En términos más claros, es posible utilizar la noción de modelo más utilizada en la actualidad de las ciencias sociales que refiere a: i) ser teórico-hipotéticos; ii) susceptibles de matematización o de algún grado de formalización; iii) representativos de la realidad; iv) formulados con la intención de estudio e investigación (Sierra Bravo, 1985:130). El cuarto criterio, como función lógico-matemática, es la que en opinión de Castells (1968:70) permite recuperar todas las bondades del uso de los modelos en las ciencias sociales. En este caso, sería un uso no formalista, porque se ajusta a los criterios de la comprobación empírica.

Ante tales definiciones, y con la idea de superar el pensamiento epistemológico “de escritorio” por una reflexión epistemológica “de campo” -producto de la actividad científica que reafirma la inseparable relación entre objeto, teoría y método- se propone al MT como primera tarea para capturar el movimiento de lo real y elaborar un conjunto de conceptos y procedimientos metodológicos capaces de evitar parejas epistemológicas.[8] Faltas antinomias sustentadas en imágenes fragmentarias de los fenómenos sociales.[9] Y todo esto más allá de las dificultades y desafíos que una propuesta de este tipo pueda ocasionar a la práctica investigativa. Las ciencias sociales no tienen por qué elegir entre alguno de los polos con los que tradicionalmente se ha construido -y por razones sociológicas- la historia de la ciencia social. Puesto que lo que constituye la realidad social (la “materia” de la acción social y de la estructura, así como de aquella de su intersección en tanto que historia) radica en las relaciones establecidas entre esas dualidades. Estos criterios epistemo-metodológicos deben de estar, entonces, indisolublemente unidos a una concepción de la historia (de la práctica social), del conocimiento humano, del objeto (realidad social, la sociedad) y de sus relaciones.

La apuesta es fuerte, fundamentalmente porque el MT no se pretende como prueba, sino como instancia de creatividad (inscripta en el contexto de descubrimiento, si se siguiera la tradición neopositivista). Sin embargo, existe una razón más para optar por el concepto de MT al trabajar sobre fenómenos específicos desde una mirada epistémica: fomenta el surgimiento de una teoría del objeto. Esta manera de apreciar la noción permite pensar en la articulación con la noción de teoría singular del objeto (Bourdieu). Teoría específica -que luego será puesta a prueba sistemáticamente, con los instrumentos probados y aprobados por la ciencia, a partir de un caso empírico- que permite la reconfiguración de la noción de MT por la de MTPLO.

Estas ideas, además, encuentra amistad con la noción de generación de teoría, tal como fue propuesta por los sociólogos cualitativistas Glaser, Strauss y Corbin. En este sentido, las tradiciones teóricas existentes, en lugar de pensarse únicos parámetros válidos (función de verificación de teoría, muy próxima a la rol otorgado por el modelo H-D) son utilizadas como instrumentos para la creación de teoría. Esta teoría del objeto (tomado como caso particular de lo universal, como dice Bourdieu) no parte de ninguna otra aceptada a priori (idea desarrollada en el movimiento de ruptura): Todas son puestas en duda, por lo tanto no hay hipótesis explicativa ni deducción a partir del marco teórico ni operacionalización al estilo lazarsfeldiano. A decir verdad es el uso de la teoría como instrumento, en su función lógica y para la generación y verificación de teoría propia del objeto. Las características de especificidad para la elaboración de las consecuencias empíricas responden mejor al objeto, que la sola deducción desde una marco teórico que oficia como cierre de investigación, y que en principio se ignora su pertinencia al fenómeno estudiado.

En este contexto, el MTPLO permite simultáneamente -como sostiene Bourdieu- sumergirse por completo en la particularidad del caso estudiado sin ahogarse en los detalles (como lo hace la ideología empirista), y cumplir con el propósito de la generalización “que es el fin de toda ciencia” sin ahogarse en construcciones formales y vacuas, sino “a través de conceptualizar el caso particular, consistente en concebirlo realmente como tal” (Bourdieu 1995:174). De forma tal que se constituye en un recurso más potente que el propuesto por las nociones de “Marco Teórico” y/o “Marco Referencial”. Y más: el MTPLO en discusión la clásica y decisiva noción de “diseño de investigación” atada al fetichismo estadítico, por lo menos en la acepción positivista.

¿Por qué el concepto de modelo es superador a su par de Marco Teórico? Porque al tener que brindar una representación de sus características, de su lógica de funcionamiento (que puede describir y predecir), respeta la naturaleza de los fenómenos sociales y no subordina la construcción del objeto al normativismo epistémico popperiano.[10] Desde Popper el marco teórico funciona como teoría (y por lo tanto, como sistema de leyes a modo de ley de cobertura, y las consecuencias observacionales (susceptibles de confrontarse con la experiencia) como producto de la aplicación de los procedimientos inferidos deductivamente de las hipótesis contenidas en aquel marco teórico.

El marco teórico refiere a la elaboración conceptual previa de un sistema de referencias categoriales, realizado previo al análisis concreto del objeto (que implica la cerrazón teórica y la sobrevaloración de la explicación sobre la aprehensión), amén de que como señala Gianella, el marco teórico “condiciona los interrogantes o preguntas que se formulan porque el contexto general en el que tiene sentido interesarse por algo o avanzar en determinada dirección”, esta manera -y aunque diferenciada del empirismo inductivo- se convierte en una operación totalmente ligada al modelo hipotético-deductivo de explicación que (de acuerdo a las críticas vistas en Garcia) es tautológico y formalista. Trabajo que aquí comienza con la duda radical y la problematización.

De esta manera alcanzamos la elaboración de la primera teoría del objeto (1er modelo teórico), modelo que recibirá todas las caracterizaciones que generalmente se le otorgan (como dice Bourdieu) a la teoría: describir, explicar y predecir, y que será puesta a prueba en el próximo movimiento lógico del investigador. Este modelo, no es igual a la realidad (isomorfismo) sino que solidaridad con la noción de totalidad sólo se reconstruyen los aspectos y relaciones determinantes.

Pero el MTPLO, gracias al proceso de modelización, resignifica otras instancias que la metodología tradicional ha identificado con fines analíticos, y al hacerlo fracturado el proceso real. Es el caso de la noción de elaboración del diseño de investigación.[11] Sin embargo, aquí se propone una táctica flexible y emergente (la de los artefactos de producción y análisis de información).[12] La aprehensión del objeto no debe reducirse a un solo tipo de tecnología: las estrategias múltiples o multimétodo permiten pensar mejor el objeto. Cada una de las tecnologías sometidas a sus propios criterios de coherencia darán finalmente la verificación total del modelo y simultáneamente la lógica del objeto.

De esta manera, el MTPLO favorece la práctica investigativa al a) facilitar el “uso epistemológico” de los conceptos (vs. “uso téorico” en el sentido positivista); b) premitir la incorporación de la imaginación creativa (elementos ficcionales) para dar cuenta de campos de obervación que la teoría acumulada no describe; c) favorecer el reconocimiento del juego de interrelaciones en las cuales está inserto (campo); d) disminuye la presencia de la perspectiva hipotético-deductiva, donde el marco teórico se convierte en la hipótesis; e) salvar la ambigüedad existencial de los recursos denominados Marco Teórico y Marco Referencial; f) articular en un mismo movimiento la “reflexión epistemológica” (en el sentido de apuestas ontológicas, teóricas, metodológicas y técnicas) y el movimiento de la realidad social (su historicidad y las transformaciones que ha evidenciado); g) mostrarse predispuesta a someterse a un proceso de “puesta a prueba”, del tipo “todo o nada”, sin que las posibles contradicciones con la base empírica queden atadas a hipótesis de segundo nivel vinculadas a los instrumentos, a la operacionalización de las variables, a las debilidades de las técnicas de análisis, como sostienen Lakatos y también Popper.

En síntesis, ha sido posible mostrar que la noción de Modelo Teórico Pertinente al Objeto se abre a la heterocliticidad, multiformidad e historicidad del objeto.

3. Elementos del MTPLO

El MTPLO en tanto instrumento que facilita la creación de teoría específica consta de una serie de elementos. Tras los pasos de David Willer en su texto La sociología científica (1977) podrían identificarse los siguientes: i) conceptos “referidos” a hechos sociales sucedidos[13]; ii) relaciones entre estos conceptos; iii) un principio racional (la explicación), y iv) un mecanismo (la lógica del objeto) que muestra el funcionamiento y los procesos.

Pero además, cada uno de ellos implica considerar -como fue enunciado con anterioridad- que el MTPLO se encuentra atravesado por un conjunto de reflexiones epistemo-metodológicas sobre la realidad social, los agentes y sus prácticas sociales, el conocimiento y la producción de investigación científica. Ahora bien: una vez revisadas estas nociones es posible considerar la piedra angular del MTPLO: su carácter isomórfico respecto a la realidad.

De acuerdo a Willer, los conceptos constituyen un elemento central del MTPLO. Por lo tanto, se presentan las primeras consideraciones que obligan a plantear las relaciones entre “la facticidad” (realidad empírica) y el discurso (categorías/conceptos). Las facticidades no existen fuera del discurso, por lo tanto aquellas han sido matriciadas por la teoría, sea desde la misma delimitación, sus peculiaridades, etc. En este sentido -tal como se leerá en los parágrafos siguientes- las disponibilidades teóricas serían aquellas analizadas durante la táctica de ruptura con la doxa académica.

Al pretender “decir lo real” las diferentes teorías (sean dominantes, emergentes, decadentes) simultáneamente descubren/construyen, describen/prescriben. La multiplicidad de propuestas dificulta la elección de los conceptos y categorías, situación que genera una nueva problemática: ¿cuáles conceptos y/o categorías elegir?[14] Y entre las alternativas podrían utilizarse aquellas que referencian:

a) Objetos nombrados por los aquellos discursos teóricos: Desde esta propuesta se recuperan aquellos conceptos analizados epistemológicamente: la ruptura exige una “teoría” para la recuperación de conceptos y categorías, y sólo podrán pertenecer al grupo de los posibles. Si han superado la prueba de la articulación (Zemelman, 1992a).[15]

b) Objetos que han sido nombrados en forma “imprecisa“: Tras el análisis epistemológico, muy posiblemente el investigador deba crear conceptos para hechos históricos conceptualizados en forma imprecisa o vaga, o que requieren una redefinición para un uso pertinente.

c) Objetos que no han sido nombrados por aquellos discursos porque no han sido descubiertos/construidos: Finalmente, hechos que aparecen en el horizonte de la ciencia gracias al esfuerzo de imaginación científica realizado durante el armado del MTPLO. En este momento del proceso de creación se pueden hipotetizar existencias, y por ende, sus relaciones con otros, gracias a los vacíos que emergen a la hora de elaborar la lógica del modelo (relacionar con el ítem desarrollado en “¿Cómo armar un MTPLO?”).

En líneas anteriores, y desde una perspectiva dialéctico/construccionista, estos elementos implican otras reflexiones epistemo-metodológicas sobre la realidad social. Y es que esta mirada obliga a pensarla a partir de los siguientes supuestos: i) Dinámica: la realidad se concibe en movimiento, en permanente transformación por la dialéctica estructuras y sujetos; ii) Multidimensional: Estructurada según campos sociales (económico, social, político y cultural), cada uno regido por lógicas propias, pero también regidos por principios comunes, iii) Multinivel: realidad caracterizada por diferentes niveles, de los que dan cuenta los conceptos, desde un grado de abstracción mayor a un grado de mayor de empiricidad[16]; iv) Multiespacial: involucra diferentes espacios societales, como por ejemplo, las relaciones micro-macro; v) Multitemporal: permite pensar en una realidad de diferentes temporalidades; vi) Significativamente estructurada. articulada por marcos conceptuales, unidades de sentido, y jerárquicamente; vii) direccionable: surge a partir de la idea de la construcción social de la realidad social.[17]

De estos supuestos, uno de ellos requiere de una atención particular. Al sostener que la realidad social puede ser caracterizada por la articulación de diferentes niveles de abstracción, la apropiación racional -en la medida en que se interesa por la conexión con lo real empírico [niveles de empiricidad]- invita a la discusión sobre la relación entre conceptos abstractos y concretos. La “metodología tradicional” se ha preocupado con tanto énfasis en su mecánica que ha desarrollado un dispositivo conocido como proceso de operacionalización. En la escuela “lazarsfeldiana” (amparada en el desarrollo epistemológico de Popper) se parte de conceptos y por vía de la deducción lógica o el juicio de pares, se pasa a niveles sucesivamente “más empíricos” en la búsqueda de “consecuencias observacionales” (también llamados indicadores) que deberán ser contrastadas con la realidad.[18] Y sus mentores y divulgadores han trabajado con el ahínco suficiente -a través de manuales, cursos de perfeccionamiento y otras tácticas de disciplinamiento como programas de financiamiento- que pareciera sumamente difícil -y por qué no, herético- pretender salir del esquema organizado por autores del talante de Karl Popper, Paul Lazarsfeld, Hubert Blalock y Johan Galtung, entre otros.[19]

Sin embargo, la concepción dialéctico/construccionista (crítica del proceso de operacionalización propuesto por el neopositivismo) inicia un proceso de resignificación del proceso abstracto/concreto -amén del uso de la etiqueta “indicador”- desde una mirada de proceso mediado socio-históricamente, y por lo tanto, el mismo síntesis de múltiples determinaciones. En este sentido el concepto de pertinencia resulta crucial, en tanto pueda ser reconstruido en su historicidad. Por lo tanto, el indicador no se deduce de la teoría escrita y canonizada, sino que se reconstruye observando con sentido etnográfico el fenómeno en su mismo acontecer. Bourdieu señala que estos datos (confundidos habitualmente con “lo concreto”) son “en realidad producto de un formidable trabajo de abstracción” (la abstracción es síntesis de múltiples determinaciones) -lo cual sucede invariablemente, puesto que lo dado siempre es construido-, pero que en este caso se trata de una abstracción que se desconoce como tal” (Bourdieu, 1995).

En este sentido, Garza Toledo sostiene que los indicadores son conceptos de un grado de abstracción menor al de las categorías utilizadas en la reconstrucción (“más cercanas a lo fenoménico”), pero que constituyen síntesis de más (otras) determinaciones que las pretendidas captar por el concepto. Por tanto, la relación concepto-indicador no puede ser en la perspectiva reconstructiva de tipo deductivo, sino también el resultado de una reconstrucción del indicador. “Para mostrar la pertinencia de un indicador con respecto a un concepto es necesario plantear la ecuación de transformación del concepto al indicador. Es decir: una reconstrucción que muestre la intervención de otras determinaciones y que haga posible el análisis de la jerarquía entre ellas” (Garza Toledo, 1988:162). Posibilidad que sólo podría alcanzarse inmiscuyéndose y observando de cerca, registrando (obsesivamente) y con la intención de detectar sus modos de existencia y actualización.

Esta perspectiva resitúa al indicador entre las tramas históricas y los procesos de significación, habilitando la incorporación del concepto estructural-semiológico de pertinencia. Sentido que inscribe en el indicador la historia social del objeto a construir y simultáneamente lo aleja de las elaboraciones derivadas (vía deducción) de la teoría existente (prevaleciente y/o dominante) o de los criterios de autoridad (juicio de pares). De esta forma, la conexión con lo real (la empiria) no es de correspondencia, sino que está referida a campos articulados de posibilidades y de significación.

Otro de los aspectos claves que un MTPLO debe incorporar como movimientos previos, es el reconocimiento de los accesos al campo y la relación con informantes-clave y “gatekeppers“(porteros). Dimensiones revalorizadas por la investigación cualitativa, pero que desde la perspectiva abordada en este texto son imaginada como parte de un sistema de decisiones vitales. Incluso con la jerarquía suficiente como para modificar y/o redefinir los movimientos y las técnicas productora de datos y potenciadoras de la construcción de conocimiento.

Finalmente, y dado el camino que la ciencia occidental ha tomado desde hace algunos siglos, la confrontación empírica requiere de artefactos constructores de datos.[20] Esta presentación inspira una “reflexión epistemológica” decisiva: a la hora de decidir qué modalidades de acceso deberían utilizarse, sería oportuno reflexionar sobre cuestiones del tipo: qué filosofía de la acción sustentan, qué grado de intrusividad y reactividad “aceptable” que generan en las unidades de observación previstas, entre otras. Reflexión que ayuda a construir un objeto y no destruirlo en su unidad.

Ya gozan de cierta popularidad la tesis de Bachelard según la cual los instrumentos científicos son teorías materializadas. Y Bourdieu señala en toda su obra, que una mala elección de los instrumentos puede destruir el objeto que se pretende construir. Por tal motivo, no constituyen una instancia diferente o aleatoria del proceso de construcción teórica del objeto (“cualquier instrumento de producción y análisis da lo mismo”), sino constitutiva del mismo objeto. Es decir, que antes de determinar que tipo de artefactos se deberá utilizar (simultáneamente al análisis de su posibilidad) sería necesario determinar durante la construcción del objeto cuáles son las condiciones necesarias que no “violentan” la naturaleza del objeto. Es decir: hace falta una reflexión epistemológica de las tecnología de producción y análisis de datos, sean ellas centradas en procesos sociosemióticos (análisis cualitativos) o socio-estadísticos (análisis cuantitativos).

Por tal motivo, durante la elaboración del MTPLO sería importante imaginar los efectos que sobre la construcción del objeto, tiene el conjunto de instrumentos percibidos como posibles de aplicación. Habilitados para indagar en propiedades y magnitudes de las diferentes de los diferentes rasgos empíricos. Heteróclita, multiforme, pero también un fenómeno único, que debe ser analizado -parafraseando a Mauss- como un objeto total.

En tal sentido, un párrafo aparte merecen las apuestas a las tecnicas de triangulación. Desde la posición sustentada en este texto, la noción de triangulación destruye el objeto de investigación, a pesar de que en encendidos discursos sus defensores expliciten lo contrario. Desde la mirada dialéctico/construccionista los objetos no son “cuantitativos” o “cualitativos”. El objeto se manifiesta como unidad, y de acuerdo a los principios de su reconstrucción, en determinadas instancias serán necesarias unas, otras o ambas tecnologías de producción y análisis de datos en aplicación simultánea o sucesiva. Tecnologías expresamente construidas para fabricar datos complementarios, de apoyo mutuo. Acordes con las exigencias resultantes de la interacción en el marco de la práctica investigativa. La oposición “cuanti/cuali” es de larga data en las ciencias sociales (Forni, 1996), y en la actualidad la disputa ha quedado adormecida por la aparición de estrategias de conciliación e integración, aunque estos aires de renovación no han aumentado el número de estudios imaginados fuera de aquella lógica disyuntiva.[21] Finalmente la producción de datos partir de tecnologías de aplicación múltiples aplicadas sucesiva o simultáneamente.

Entonces, formulada esta salvedad epistemo-metodológica, podrían señalarse que entre el menú a disposición del delineamiento del MTPLO podría recurrirse a las siguientes tecnologías (Valles, 1997; Cea D’Ancona, 1996): i) plantillas de análisis de documentos materializados en diferentes soportes (escritos, visuales y orales), ii) cuestionarios elaborados según la interacción encuestados/encuestado (desde los administrados a los auto-administrados), iii) protocolos de observación (desde la observación simple a la investigación acción-participativa) y iv) guías para conversaciones y narraciones (por ejemplo, entrevistas, biografías, grupos de discusión, etc.).

En un nuevo movimiento por aprehender el objeto, el investigador imagina la tecnología de análisis de los datos construidos, sean estadísticos o cualitativos. Si bien en un corte temporal el desarrollo de este procedimiento es posterior a la producción de los artefactos, lo cierto es que la imaginación de los primeros comienza con la misma construcción del MTPLO. Porque la elección de las modalidades depende de una nueva reflexión epistemológica en tanto no todas las tecnologías de análisis de datos responden a los mismos principios de construcción del objeto. Por eso, también aquí, es fundamental un análisis que refiera a la concepción de la realidad social, la filosofía de la acción, etc. se muestra como necesaria.

Asimismo, la aplicación sucesiva o simultánea -si correspondiese- de artefactos de producción de datos cuantitativos o cualitativos obliga ya durante la construcción del MTPLO, a pensar en su articulación. En este sentido, y el Análisis de Correspondencia (AC) constituye una posibilidad que responde a los principios de la construcción según la lógica de investigación de corte dialéctico/construccionista.[22]

Estas problemáticas, apenas esbozadas, se incorporan al MTPLO como una serie de decisiones que de forma espiriforme “van cerrando” el trabajo de laboratorio. Decisiones que la metodología tradicional ha involucrado -de manera segmentada- bajo el concepto de diseño de la investigación.[23] Sin embargo, en la propuesta dialéctico/construccionista, el diseño ha comenzado en el mismo momento en que se someten a crítica los discursos establecidos y bien podría sustituirse por el concepto “construcción científica del objeto”.[24]

En el marco de una aprehensión acorde a principios dialéctico y construccionistas, la estrategia de la construcción del MTPLO obliga a una serie de decisiones proyectados en base a la información disponible, pero simultáneamente, sometido a la emergencia, y por lo tanto de carácter flexible. Es decir: sujeto a posibles modificaciones surgidas a propósito de transformaciones de las propiedades del objeto (el mismo efecto de la investigación, por ejemplo) o por el descubrimiento de otras características y relaciones no imaginadas oportunamente. De esta manera, los lineamientos proyectados no son impuestos por el investigador ante sus exclusivas condiciones de producción (objetivos, tiempo disponible, recursos humanos y materiales, acceso a las fuentes, etc.), sino que surgen mediados por un proceso de reflexión simultáneamente histórico y lógico (epistemo-teórico) a partir de la interacción con el objeto.[25]

A esta altura de la presentación es oportuno señalar que esta mirada sobre la investigación social crítica otros conceptos fuertes de la metodología tradicional, como son “validez del diseño” y “validez y confiabilidad de los instrumentos” de producción de datos (Cea D’Ancona, Baranger). Y los sustituye por los de coherencia y consistencia del MTPLO que si bien aparecen como autosuficientes (y por lo tanto, formalistas), se sostienen desde la construcción de esta primera imagen modélica -realizada fundamentalmente en gabinete- que exige todo uno trabajo de indagación (una primera verificación) apoyado por la combinación creativa de las tácticas cognitivas fundamentales (comparación, analogía, modelización abductiva).[26] El primer producto de esta aproximación progresiva/regresiva ha sido un concreto pensado que debería aparecer como coherente, consistente y adecuadamente referencial (Elliot, 1998).[27]

Esas “indicaciones” imprevistas al inicio del trabajo, de haberse ignorado hubieran impuesto por omisión, decisiones no-pertinentes y contradictorias respecto del objeto. En especial, cuando la apuesta general de la investigación puntúa la construcción de teoría específica del objeto, una teoría de lo singular.

En este momento de la práctica investigativa, el objeto sufre su “primera verificación”. Sin embargo, a los efectos de no caer una suerte de renovado formalismo, el modelo teórico pertinente será “puesto a prueba”, en una lucha en todo teórica y empírica. Confrontación contra los hechos cuyos resultados se conseguirán en la segunda estrategia La reconstrucción de la teoría del objeto.

4. ¿Cómo construir un MTPLO?

Resulta lamentable, pero el problema de la construcción del objeto vía modelos, no se resuelve de ni de plumazo ni por recurso a un “golpe de estado teórico”. Es un trabajo tedioso, nada romántico y por momentos, desesperante. Arqueológico, diría Foucault. O robándole melodías a Nietzche: es meticuloso y gris.

Quizás la senda hacia un MTPLO sea la utilización combinada de los principios de la lógica dialéctico/construccionista y las herramientas de la abstracción. Ambas, combinadas creativamente y aplicadas de forma consecuente, sistemática y solidaria, a los efectos de comprender esa realidad desdibujada por el sentido común o desfasada respecto de los discursos académicos circulantes.

Sin embargo, antes de avanzar en el detalle de la construcción del MTPLO es oportuno señalar que los párrafos siguientes mostrarán una y otra vez la tensión entre enunciados informativos y analogías facilitadoras de la aprehensión. Y en este marco, un buen comienzo -aunque desconcertante por cierto- sería indicar que la construcción del modelo no está determinada por reglas lógicas, aunque estas sean necesarias para organizar la información disponible. Y que no es posible fijar un manual de procedimientos que determine el desarrollo imaginativo de modelo en tanto lógica del descubrimiento (en los términos del neopositivismo). En cambio, sí es posible sostener que su construcción depende de ciertos prerrequisitos (Willer, 1977:60).

Un conocimiento amplio de los fenómenos

El primero -y quizás el más importante- se refiere a un conocimiento amplio de los fenómenos a aprehender. Búsqueda que no impone un registro elevado de observaciones, pues la acumulación frenética no contribuye significativamente al descubrimiento, función básica del modelo. Tampoco lo será el establecimiento formal de mediciones, tal hiperformalización sería prematura. En términos de Willer (1977:60), “el tipo de saber necesario es de un carácter elemental; no se trata de conocer hallazgos que ya fueron abstraídos, sino de conocer los fenómenos en su forma más primitiva”. En síntesis: enunciados descriptivos, morfológicos -en términos de Zemelman- alejados de todo análisis y proceso interpretativo realizados desde las tradiciones teóricas existentes.[28]

De esta manera, el conjunto de conceptos que constituyen el modelo se refieren únicamente a una parte, no a la totalidad de los fenómenos a los cuales el modelo está destinado a representar. Willer (1977:46) sostiene que “los modelos no son exhaustivos ni describen todos los aspectos de los fenómenos (…) En este sentido, el modelo abstrae sólo aquellas porciones de los fenómenos a la que suministra conceptos. Se omite todo el resto, inexplicable mediante ese modelo. Ese proceso de abstracción de algunos fenómenos y olvido de otros no es casual, sino que implica un método, determinado por la forma y el propósito del modelo”.

A los efectos de una clara ejemplificación, imaginemos que el modelo es algo así como la hoja de ruta del trotamundos, quien con anticipación prepara su viaje, pero que también es capaz -una vez iniciado el camino y en función de lo nuevo, lo desconocido, etc.- de reconducir y recrear su itinerario inicial y volver a armar su patrón.[29] Y en tal marco, se procura de conocimientos para la organización de la travesía: obtiene informaciones (los “hechos empíricos”) de aquí y de allá. Y del más allá, si es posible. Recurre a los propios conocimientos (experiencia personales de viajes anteriores), a notas periodísticas y demás documentos elaborados por otros y puestos en circulación (datos secundarios en términos de la práctica de la investigación científica), a entrevistas con informantes calificados por su experticia, etc. Una vez obtenida este conjunto amplio de conocimientos de diversas fuentes, el trotamundos organiza la ruta, su plan. El ejemplo pretende mostrar que para la construcción del MTPLO pueden (y deben) movilizarse todas las informaciones disponibles que permitirán a posteriori alcanzar un sistema coherente de conceptos y de relaciones entre conceptos.

Este conjunto amplio de conocimientos surge a partir de una serie de operaciones cognitivas sistemáticamente reflexionadas, tales como la observación, la comparación y la recuperación de representaciones sociales de variada naturaleza. Sin embargo, ninguno de los elementos integrantes de aquel conjunto será aceptado en “su verdad”, sino en su calidad de discursos circulantes, creadores de imágenes y estructurantes de sentidos. Decisión que esconde un principio de método: no existe ninguna descripción verdadera y única. De última, cada vez que el trotamundos organiza un viaje recoge diferentes visiones y versiones de los lugares a visitar, mirar, fotografiar y detenerse a comprar.

Entonces, en su calidad de relatos nativos, deberían movilizarse en primer término -en virtud de la potencia sobre la vida cotidiana – los frutos de las apuestas de los investigadores. El relato del académico -más allá del encuadre lógico y de sus excepcionales condiciones de producción- será considerado un discurso más. Un discurso sin privilegios. Razones abundan, pero dos serán suficientes para demostrar que en este movimiento creativo los títulos nobiliarios atentan contra el progreso de la ciencia social.

En primer lugar, el discurso académico -puesto en circulación pública en papers, artículos periodísticos, revistas especializadas, conferencias, etc.-, se encuentra inserto en y sometido a las mismas reglas del juego que intenta sostener o redefinir. Una versión entre otras porque el propio académico tiene intereses, ha desarrollado una serie de estrategias, ha invertido capitales y ha debido incorporarse a un campo para cuyo ingreso ha tenido que demostrar competencia y legitimidad sobre el funcionamiento del mundo social. En segundo lugar, esta opción de método también encuentra sustento en aquello que ha sido denominado efecto de teoría.[30] Un concepto que da cuenta de la relación entre la dinámica de la difusión de los conocimientos y las consecuencias sobre el mundo social. Un concepto que ilumina, y a la vez obliga a esfuerzos de vigilancia epistemológica, respecto al carácter reflexivo del conocimiento. Pues “a medida que progresa la ciencia social, y que progresa su divulgación, los sociólogos se encontrarán cada vez más -realizada en su objeto- con la ciencia social del pasado”.

De esta manera, al resituar los discursos académicos en esta trama, todo investigador obligado a apropiarse de las conquistas científicas del pasado, quedará mejor predispuesto a rebeliones contra las ataduras propiciadas por los padres fundadores y/o clásicos. Ataduras que el mismo campo científico -a través de agentes e instituciones- se encarga de reproducir cada vez que exhuma problemáticas, teorías y explicaciones, como si fueran vigentes y extrapolables. Por lo tanto, el esfuerzo de las líneas precedentes -como de la táctica de ruptura contra la doxa académica- está dirigido a promover hacedores de sus propios intereses y objetos y no agentes en marionetas de juegos ajenos.[31]

Pero en el marco de los estudios científicos y académicos no sólo podrán buscarse informaciones relacionadas directamente al objeto de investigación. Una segunda apropiación del discurso académico se produciría vía comparación. Este abordaje -sin olvidar el principio del no privilegio- favorece procesos de objetivación, problematización y ruptura gracias a las posibilidades que ofrece la analogía en tanto modalidad de la razón que potencia el saber.

La analogía como operación de conocimiento ha sido rescatada en variadas oportunidades pues permite: i) constituirse como un formidable instrumento de construcción del objeto (y por ende de ruptura contra la sociología espontanea) y, simultáneamente, ii) soluciona el problema de la inducción (inductivismo de base empírica) y de la deducción (hipotético-deductivismo) para el establecimiento de hipótesis. Por ejemplo, un caso de aplicación de analogías al mundo policial lo brindan las series de protagonizadas por Scherlock Holmes y su ayudante Watson o, en la película “7 Pecados capitales”, cuando los detectives encarnados en George Foreman y Brad Pitt comienzan a entender la lógica del asesino serial cuando vinculan los hechos con escritos bíblicos.

En opinión de los lógicos, la analogía “constituye un razonamiento en el cual, sobre la base de la similitud de objetos en cuanto a ciertas propiedades y nexos, se extrae la conclusión de que también son similares en otras propiedades y nexos. Esta forma de pensamiento suele emplearse cuando el investigador, al comparar un fenómeno suficientemente investigado con otro que está siendo sometido a estudio, descubre su similitud en toda una serie de rasgos esenciales. Teniendo esto en cuenta, deduce que el objeto que está investigando se subordina a las regularidades propias del primer fenómeno. Esta suposición se funda en el hecho de que entre las propiedades inherentes a los objetos existen una conexión necesaria y una dependencia mutua, como consecuencia de lo cual la presencia de unas propiedades implica la existencia de otras” (Sheptulin, 1983:203). En términos similares se ha manifestado Elí de Gortari (1969: 193) cuando sostuvo que “la inferencia por analogía es el tipo de razonamiento más corriente, común y, tal vez, el más útil (…) forma parte de nuestra manera de pensar. Continuamente estamos ejecutando inferencias por analogía para establecer posibles esquemas comunes de funcionamiento y construir metáforas explicativas. La analogía es uno de los procedimientos más fructuosos para la formulación de hipótesis plausibles que, luego pueden ser sometidas a la prueba de la inferencia, o bien pueden ser fundamentadas por razonamientos más estrictos. Por otra parte, la habilidad para descubrir analogías es muy valiosa para desarrollar la imaginación racional y hacer avanzar el conocimiento. Más todavía, en la mayoría de los casos la analogía constituye la primera de las etapas que se recorren en el camino que conduce al descubrimiento de lo desconocido, partiendo de lo conocido”.

En tanto, el lógico ruso Gorski (1968:233) señala que se llama razonamiento analógico “al que se efectúa cuando dos objetos tienen semejantes partes de sus caracteres y de ello se infiere que probablemente tienen semejantes los caracteres restantes, hallados ya en un objeto, pero todavía no en el otro. Las conclusiones por analogía, que constituirían el primer momento de la reconstrucción, la etapa de la creación del modelo, pertenece a las conclusiones de probabilidad. La analogía -dice Gorski- no tiene de por sí plena validez demostrativa, y las conclusiones obtenidas por esta vía necesitan ser comprobadas, y estas algunas veces resultas positivas y otras negativas. En realidad la analogía constituye uno de los grados más importantes del proceso del conocimiento científico. Ese grado, empero, nunca es definitivo, sino que ha de ser considerado más bien como una fase inicial de investigación. Por eso, la analogía adquiere sólo su importancia científica, cuando la ciencia partiendo de dicho grado de conocimiento y comprobándolo en la práctica, se eleva a un grado superior, al del conocimiento verdaderamente cierto”.

Ahora bien: si para ejecutar correctamente una inferencia por analogía es indispensable que se trate de objetos análogos y no de objetos similares, la pregunta obvia a los efectos de la construcción del MTPLO es: ¿cómo descubrir objetos análogos?. Quienes se han preocupado por las posibilidades de la analogía, han manifestado la necesidad de diferenciar objetos similares y objetos análogos. Los primeros serían aquellos que concuerdan en algunas de sus propiedades; mientras los objetos análogos concordarían en determinadas relaciones entre sus propiedades respectivas, aún cuando dichas propiedades sean enteramente diferentes. Pero también serían análogos los elementos pertenecientes a objetos diferentes que tienen la misma posición y las mismas conexiones, aún cuando desempeñen funciones diferentes. E igualmente, aquellos que realizan la misma función en distintos objetos, aunque no tengan las mismas características estructurales o de funcionamiento. “En su significación general, la inferencia por analogía parte de una relación común entre ciertas propiedades de dos clases de objetos, para concluir que también coinciden en otras relaciones entre sus propiedades. Cuando se han reconocido varias analogías entre dos clases de objetos, la inferencia por analogía consiste en suponer que las relaciones existentes entre las propiedades de los objetos mejor conocidos, y que no son analogías ya comprobadas, también existen entre los objetos menos conocidos (…) Existe una multitud de relaciones entre propiedades que pueden ser analógicas sin necesidad de que se trate de propiedades matemáticas necesariamente (pues en su forma elemental y originaria, la inferencia por analogía es un razonamiento rigurosamente matemático). También se pueden establecer inferencias por analogía con base en una concordancia cualitativa de relaciones” (Gorski, 1966). La conclusión por analogía es establece siempre en el nivel de la posibilidad. Por lo tanto, dicha conclusión es una hipótesis que deberá ser sometida a la comprobación de la experiencia y a la demostración racional, mediante otros procedimientos. Finalmente, las conclusiones por analogía se incrementarán en la medida en que aumente el número de objetos análogos o, por el incremento de la cantidad de relaciones analógicas conocidas entre ellos.

Ahora bien: ¿cómo el investigador puede capturar hacer producir información a través de los objetos análogos? Quizás a través de la construcción de un cuadro comparativo de agentes e instituciones. Un cuadro de doble entrada -en el cual se incorporan en cada líneas transversal los objetos a compararse y en las columnas, verticales, las características a analizar- constituye un recurso técnico válido para romper simultáneamente con el sentido común y con las concepciones esencialistas de los objetos. Bourdieu, por ejemplo, sostuvo que este cuadro sirve como fuente potenciadora en una fase puramente inductiva de la localización de rasgos a comparar. “Luego habrá que eliminar las superposiciones y reunir las columnas reservadas a rasgos estructural o funcionalmente equivalentes de manera que pueda retener todos aquellos rasgos -y solamente estos- que sean capaces discriminar más o menos claramente a las distintas instituciones, o sea, los rasgos pertinentes. Este instrumento tiene la virtud de obligar a conceptualizar en términos relacionales tanto a las unidades sociales consideradas como a sus propiedades, las cuales pueden caracterizarse en términos de presencia y ausencia” (Bourdieu, 1995).[32]

Además de los discursos académicos -asumidos como narraciones nativas-, pueden recuperar los instrumentos cognitivos asociados a la observación. Y entre ellos, los relatos descriptivos de corte etnográfico basados en experiencias reflexivas propias y/o en la recuperación de las distintas versiones circulantes de experiencias ajenas. Y una vez más: sin importar cuán válidas y confiables puedan ser, sin importar siquiera quién ha sido su creador.

La potencia heurística de este recurso (sean experiencias biográficas, narraciones “de primera mano” o, descripciones testimoniales) permite en la práctica de la investigación social subsanar importantes lagunas informativas y actualizar los datos presentes en los múltiples discursos. Aún con estas ventajas, la puesta en marcha de nuevas acciones de vigilancia epistemológica se presentan como condiciones de sine que non de la práctica investigativa.

Pero además de las mencionadas versiones sobre la realidad, otras voces deberían llamar la atención, aunque en primera instancia sean percibidas como alejadas de los sistemas de validez y confiabilidad científica, pero que tienen la innegable tarea de contribuir al desarrollo de la imaginación científica. Se habla de aquellas manifestaciones de la expresión humana como las obras literarias (novelas históricas, de “non-ficcion”, etc.) y producciones audiovisuales cinematográficas y/o televisivas (películas, series, documentales, etc.).

Diversos autores (sean investigadores o epistemólogos) han resaltado las posibilidades de estos lenguajes. Por ejemplo, el sociólogo francés Bourdieu ha sido muy explícito: “Si bien existen diferencias entre las expresiones artísticas y las científicas, no hay que constituirla como oposición irreductible (…) Los sociólogos podemos encontrar en las obras literarias indicaciones o vías de investigación prohibidas o disimuladas por las censuras propias el campo científico (…) (además de) escapar a las censuras o premisas implícitas en la representación cientificista o positivista del trabajo científico (…) En resumidas cuentas, creo que la literatura, contra la cual numerosos sociólogos, desde el principio y en la actualidad, han creído y creen que deben reafirmar el carácter científico de su disciplina, está más adelantada, desde varios puntos de vista, que las ciencias sociales y encierra todo un acervo de problemas fundamentales que los sociólogos deberían esforzarse por retomar y poner en tela de juicio, en vez de guardar ostentoriamente sus distancias con respecto a formas de expresión y de pensamiento que ellos juzgan comprometedoras” (Bourdieu, 1995:151).[33]

Antes de finalizar el ítem podría afirmarse que según del “estado del arte” o las posibilidades del investigador, en ocasiones será suficiente con la información disponible. Por lo tanto, podrá construirse un MTPLO a partir de las versiones académicas, previo control epistemológico, conocidas en los textos de enseñanza como datos secundarios.[34] En otras oportunidades (sea por la inexistencia de materiales o por la posibilidad del investigador de participar en el espacio y el tiempo del objeto focalizado) podrá y/o deberá recurrirse a las otras fuentes de la imaginación científica.

Una descripción interpretativa

Una vez utilizadas las fuentes, el investigador dispondrá de un conjunto de enunciados elementales de carácter descriptivo (ese tipo de saber necesario, según Willer) provenientes de discursos diferentes. Su origen fragmentario facilitará su escritura y disposición en respectivas fichas analíticas. Que en su conjunto conformará una descripción interpretativa[35] de los diferentes acontecimientos detectados en el objeto de indagación. Descripción oscilante entre estructuras narrativas descriptivas y argumentales (Velasco y Díaz de Rada, 1997:195-200).

El manejo de los enunciados mostrará rápidamente que el proceso de elaborar una descripción de tales características provoca desafíos: pues al recuperar versiones nativas aparecerán -casi con seguridad- enunciados contradictorios, complementarios, subordinados (Gorski, 1966). Enunciados que mostrarán -por ahora hipotéticamente- una realidad social dinámica, multidimensional, multinivel, multiespacial, multitemporal, significativamente estructura y sujeta a la intervención social (Becerra Artieda, 2002).

Por tal motivo, tal descripción no sería lineal. Debería poseer los atributos de una novela escrita en varios registros simultáneos (y un buen consejo sería comenzar a leer sistemáticamente este género de textos literarios). Un texto plural donde pueda percibirse con claridad la concepción de la realidad social sostenida en las líneas anteriores. Un texto en cuyas líneas el investigador ensaye la articulación de los hechos relevados en su variedad y dispersión.

En el caso del trotamundos podría ejemplificarse a partir de los diarios de viajero. En sus páginas -y la escena se repite en una cantidad variopinta de películas- los viajeros inician su redacción presentando sus temores, entremezclados con sus proyectos y demás informaciones “objetivas” (existencia de hoteles, parajes, museos, etc.). En líneas más o menos extensas, más llenas de poesía o información escribirán que esperan de la aventura, las representaciones e imaginarios de los lugares, sus expectativas, etc.

Hacia una triple transformación

Tras la descripción, el investigador procedería a una triple transformación: i) un proceso de conceptualización respecto a las descripciones sostenidas, ii) una reducción de rasgos contingentes, y iii) la construcción de un mapa conceptual relacional.

Respecto a la primera transformación, la tarea consiste en apropiarse de los conceptos científicos (y sólo de ellos) desde una perspectiva diferente a la elaborada con anterioridad: ni relato nativo ni discurso explicativo, sino como instrumento de intelección, como herramienta de trabajo (tal como lo han propuesto autores como Bourdieu y Zemelman). Predisposición que no induce a ignorar la tradición, sino a saberla utilizar para lograr una mejor relación cognoscitiva, en virtud de un uso crítico, constructivo y creativo.

En este sentido, se recuperarán de aquellos sistemas percepciones, apreciaciones y valoraciones (las famosas teorías) los conceptos valorados desde la posibilidad de su uso epistemológico, en su capacidad de constituirse en “captaciones racionales y conexiones conceptuales que sirven de base a conocimientos y praxis posibles” (Zemelman, 1992:99).[36] p> <p>Tal como fue expuesto en el momento de la ruptura con la doxa académica, los conceptos recuperados desde una función heurística permiten abrir el campo de la percepción y no cerrarlo a priori. Pues más allá de sus mistificaciones ideológicas, todas poseen “algo del secreto de lo real”, algún contenido de veracidad en su aspecto descriptivo, aún cuando no sean verificables ni convincentes en el momento explicativo”, y que utilizadas en función heurística “permitan captar como instrumentos aptos para la percepción, ciertas facetas del objeto no detectables desde una única óptica” (Saltalamacchia, 1992). El uso crítico de la teoría supone entender cada concepto como instrumento de observación que puede problematizarse en su relación con la realidad. Sin embargo, y a pesar de que esta posibilidad lógica es propia de todos los conceptos, no cualquiera pasa la prueba de las exigencias de la articulación. Esta decisión permite exponer una segunda consideración: de la elección de las categorías y conceptos específicos que articulan niveles y procesos históricamente situados.

Entonces, sí al uso “uso reflexivo”; no a una manipulación salvaje y ecléctica. Especialmente a partir de dos nociones complementarias que han guiado esta apuesta: las de “uso activo de los autores” y “hacer hablar a los autores”.[37] En este contexto se deberán recuperar una serie de “autores faro” cuyos trabajos, matriciados por las exigencias metodológicas que impone la descomposición de los cuerpos teóricos acordes a una epistemología crítica, permitirían organizar una reconstrucción articulada de la realidad.[38]

En cuanto al segundo ítem, la reducción de rasgos relevados, la tarea se presenta como una exigencia para la manipulación del modelo. La variedad de información, la multiplicidad de conceptos.

Finalmente, la construcción de un mapa de conceptos relacional. El producto de este juego constructivo será un mapa de conceptos interrelacionados que permitirá visualizar el objeto (sus características, su funcionamiento y articulación) de un “golpe de vista”. Es decir: presentar un mapa conceptual (relacionados por líneas) cuya variedad de trazos significarían tipos de relaciones diferentes entre conceptos. Estos trazos representan relaciones que deberían verificarse empíricamente.

La construcción de mapas conceptuales experimentales

Para el investigador es importante conocer las propiedades, nexos y transformaciones que no se observan en el objeto cuando se encuentra en el medio natural, y que sí aparecen en situaciones distintas. Entonces, para obtener información sobre las propiedades y conexiones del objeto que no pueden observarse en las condiciones habituales se utiliza el llamado experimento mental.[39] ¿Pero cómo es la experimentación con conceptos?

Una de las posibilidades sería recuperar las fichas analíticas luego del proceso de reducción (estas contarían solo con los conceptos) y se iniciaría un proceso de ensayo/error, de juegos con las fichas: se las compara, se las estudia de arriba a bajo, de izquierda a derecha (la lectura y el estudio debería ser tan profundo que uno debería tener la sensación que las “sabe de memoria”), se las manipula, se las engancha unas contra otras tantas veces como sea necesaria hasta que la totalidad de las fichas (o su mayoría) queden ordenadas.

Y aún más: esta interacción, este procedimiento mental, permitirá -con seguridad- la emergencia de conceptos no previstos oportunamente por las operaciones cognitivas (observación/comparación/imaginación) o no-objetivados por las teorías existentes. Esta posibilidad, surgida del mismo procedimiento experimental, se erige como una apertura lógica, aunque -en principio- no pueda sostenerse por la inexistencia de algún concepto que de cuenta de su presencia, y por ende de las consecuencias en el funcionamiento del objeto a indagar.

Entonces al jugar con los conceptos/datos para intentar delinear el MTPLO -y gracias a un esfuerzo de imaginación- podrían hipotetizarse conceptos y relaciones no detectadas, pero surgidas por la misma necesidad de coherencia interna al visualizar lagunas y ausencias en el juego entre conceptos. Y que de no haberlos detectado hubieran permanecido ausentes no sólo en la reflexión, sino en el conocimiento de la misma realidad.

En la analogía con el trotamundos, estas lagunas se hacen visibles cuando se proyecta el viaje. El visitante imagina recorridos y presa de lugares imperdibles, da cuenta de que para viajar de una ciudad a otra debería hacer escala en una tercera, pernoctar, y retrasar su llegada al lugar deseado por unos días, dado que no cuenta con los medios de transporte. Dos días en una ciudad, deambulando por sus calles, descubriendo otros lugares, construyendo imágenes… Algo no previsto, pero la lógica de su viaje (coherencia del sistema) así lo determina…

Pero la construcción del MTPLO presenta nuevas exigencias. Estas permitirán desarrollar, gracias a las facilidades que el proceso de modelización presta al modo de procedimiento experimental, principios de interpretación (los famosos “principios racionales”): una o varias claves de lectura. Y este proceso se denomina abducción.

Willer sostiene que el comienzo de un proceso de abducción exige contar con los datos y también -y lo sostiene enfáticamente- con un grupo de conceptos aplicados corrientemente a dichos datos. “Aunque su uso y significados tal vez no sean explícitos, es imposible pensar acerca de cualquier dato si no se dispone de conceptos. Los conceptos pueden implicar uno o más puntos de vista respecto de los datos (que remiten a la existencia de múltiples teorías [NA]) o más puntos de vista respecto de los datos [...] Un especialista en la sociología de la religión basada en los escritos de Weber probablemente abducirá hipótesis muy distintas a un estudioso de orientación durkheimiana. Esto no representa inevitablemente ninguna característica negativa; pero sí suponemos que existe un conjunto de hipótesis abducibles mejor que los demás, el sociólogo con mayores conocimientos conceptuales que utilice conscientemente sus conceptos y comprenda mejor sus significados y limitaciones, tiene mayores probabilidades de formular hipótesis úitles” (Willer, 1977:61).[40]Pero este trabajo de manipulación -en el intento por identificar “la llave que abrirá la puerta” o “la clave que resolverá el caso” [41]- incide también sobre el conjunto de los conceptos. Efectos notorios en tanto los reorganiza y muestra como integrantes de un mismo mecanismo de funcionamiento (les otorga un sentido). Pero no sólo esto, también esta actitud activa por parte del investigador genera reacomodamientos respecto a los niveles de realidad y sus múltiples articulaciones (relación abstracto/concreto) expresadas en la identificación/reconstrucción de los llamados indicadores. Pues serán estos conceptos más concretos los que atraparán la atención de los investigadores cuando munidos de sus instrumentos de producción de datos salgan a su cacería.[42]

Por lo dicho, el experimento es una estrategia de investigación científica que presupone determinada modificación del objeto o su reproducción en condiciones creadas especialmente con el fin de lograr información acerca de sus propiedades y nexos. Así, esta estrategia exige una injerencia activa e intencional del sujeto.[43] De este modo, el investigador “obliga” al objeto a poner en evidencia nuevas propiedades, que no son observables en su estado natural. Y al cambiar estas condiciones en uno u en otro sentido, puede estudiar la tendencia que sigue la modificación de las propiedades observadas y obtener así un valioso material que caracteriza el comportamiento del objeto en una situación distinta. Por ello, la experimentación no es una técnica de recogida de datos, sino una lógica específica de investigación. Y que al igual que en las demás lógicas, la información se obtiene mediante la aplicación de una o varias técnicas de recogida de datos (observación sistemática en laboratorio o campo, el cuestionario y la entrevista).

Estas características propias de la experimentación, asociadas a la facilidad para la manipulación ofrecidas por un instrumento cognitivo como el modelo, facilita el proceso de investigación de los objetos sociales.

La construcción de un cuadro de operaciones estratégico

Producidas las imágenes por experimento mental, determinados los niveles de realidad (mediación hacia los indicadores), el investigador se apresta a confeccionar un cuadro de operaciones estratégico. Y de acuerdo a la naturaleza del objeto de estudio “lo social”, se percibe claramente que tendría las siguientes características: simultáneamente proyectado y flexible.

Este recurso -también de construcción manual- podría concretarse en un conjunto de transparencias superpuestas unas sobre las otras y todas estas sobre la impresión del modelo -en sus relaciones, jerarquías y niveles- que muestren los movimientos necesarios para el acceso al campo (contacto con las fuentes) y qué tipos, cuántos y cómo podrían articularse artefactos de producción de datos (instrumentos) y sus productos (los datos).

5. Conclusión

Existen objetos sobre los cuales el investigador no puede influir de manera directa, le resulta difícil hacerlo (política y éticamente, por ejemplo) o, no le es factible desde el punto de vista económico. En estos casos, el experimento no se realiza sobre el propio objeto, sino sobre otro que en cierto sentido es similar al primero, pues reproduce algunas de sus propiedades y conexiones. No todas, sino las más significativas. Este tipo de trabajo se llama experimento con modelos y su lógica, modelización. En síntesis es un experimento mental, y es en los principios de su construcción donde radica su potencia heurística para el estudio de los fenómenos sociales.

Al finalizar es oportuno presentar algunas recomendaciones respecto a la construcción y uso (Scribano A; 1994:105): i) no confundir la realidad del modelo con la realidad misma (si bien el modelo orienta la actividad cognoscitiva, este no es idéntico a la realidad, más allá de la información disponible, seguirá siendo un constructo teórico); ii) la escala del modelo es variable, pero esta variabilidad es en muchas ocasiones una magnitud desconocida, iii) el grado de simplicidad-complejidad de un modelo manifiesta su operatividad (cuanto más complejo, menos manejable); iv) en las ciencias sociales, casi siempre, un modelo se postula bajo ciertas condiciones externas consideradas constantes (para lograr conclusiones satisfactorias desde el modelo hay que tenerlas siempre en cuenta), y v) el modelo, desde la perspectiva metodológica, proporciona información para diseñar el plan de análisis. Pero fundamentalmente, el modelo debe evidenciar que supera las falsas antinomias (parejas epistemológicas) que tradicionalmente han debilitado al análisis social. En este sentido, el modelo teórico debe incorporar las categorías que permite percibir, apreciar la importancia de cómo superar de las clásicas oposiciones vinculadas a las tradiciones.

Todo este esfuerzo cognitivo presentado bajo la etiqueta de MTPLO, verdadera configuración -en el sentido de Garza Toledo- será puesto a prueba en su conjunto como si fuera una gran hipótesis que será comparada, confrontada con “lo real”, en la segunda estrategia denominada La reconstrucción de la teoría del objeto.[44]

Notas

[1] Las ideas nucleares de este documento fueron presentadas con el formato actual a los participantes del Seminario Introducción a la Metodología de la Investigación Social de la Escuela de Psicología Social “Dr. Enrique Pichón Rivière”, dictado en el mes de Septiembre de 2002. [volver]

[2] Esta diferenciación permite comprender las propuestas impulsadas respectivamente por Hugo Zemelman, Edgar Morin y Niklas Luhmann. [volver]

[3] Mientras escribía estas líneas, apareció un artículo de Enrique de la Garza Toledo quien propuso la etiqueta de configuración de sentidos a un conjunto de procesos que bien podrían englobar lo que aquí se ha denominado Modelo Teórico Pertinente a la Lógica del Objeto. La calidad del trabajo escrito por el sociólogo mexicano merece un estudio detallado de sus potencialidades. [volver]

[4] Se hace referencia aquí a la primera táctica, denominada De las prenociones a la primera construcción científica del objeto (Becerra A., 2002). [volver]

[5] En esta acepción, totalidad desarrolla solidaridades con las nociones de campo (Bourdieu) y sistema de matrices (Samaja). [volver]

[6] Virtudes que sólo podrán asumirse en tanto se reconozcan y se distancien del significado que lo acerca al paradigma neopositivista, cuyos integrantes usaron y abusaron de sus condiciones de utilización. [volver]

[7] A modo de ejemplificación pueden señalarse cuatro empleos diferentes (Samaja 1995:245): i) como sinónimo de analogía empírica; ii) como sinónimo de teoría; iii) como “modelo matemático” (un sistema de ecuaciones que se presume describe de manera ideal el comportamiento de un sistema real) y iv) como sinónimo de un sistema real al cual se le aplica una teoría formal. [volver]

[8] Parejas epistemológicas o dualismos que según comenta Bourdieu en “El oficio de sociólogo” son difíciles de erradicar debido a razones sociológicas y no epistemológicas. Asimismo, (1995:134) el sociólogo francés entiende que la dificultad radica en que estos dualismos están “dispuestos a servir de punto de reunión de campos dentro de campos, los cuales se organizan en torno a divisiones antagonistas. Su frecuencia y proliferación se debe a que constituyen una expresión natural, y en cierta forma socio-lógica, de espacios sociales constituidos alrededor de divisiones dualistas. De ser verdad lo que afirmo, es fácil advertir que no basta con refutar un dualismo para acabar con él. Esta es una ilusión intelectualista ingenua y peligrosa. Sabido es que no resulta suficiente el descubrir lo que es metodológicamente correcto; hay que hacerlo y lograr que se acepte”. Uno de los ejemplos sin justificación epistemológica lo constituye la separación entre las disciplinas de las ciencias sociales. Bourdieu y Chamboredon han señalado, cada uno por su lado, las razones sociológicas que mantienen divorciados los estudios de sociología, antropología, historia y educación. [volver]

[9] En este sentido se torna imprescindible superar una serie de “antinomias que socavan la estructura interna de las ciencias sociales” y desarrollar una serie de premisas que respeten “la realidad intrínsecamente doble del mundo social” (Wacquant, 1995:15). Superar esas parejas epistemológicas (Bourdieu, 1988 y 2000) que una epistemología (que incluya el conocimiento de las condiciones sociales dentro de las cuales operan los esquemas científicos) puede ayudar a neutralizar, a saber: cuatitativo vs. cualitativo; objetivismo vs. subjetivismo; estructura (análisis material) vs. superestructura (análisis simbólico, lo discurisvo, lo espiritual); estructura vs. agente; microanálisis (miscrosociología, microeducativa) vs. macroanálisis (macrosociología, macroeducativa); teoría vs. empíria; intención vs. mecanismo (causa); individualismo metodológico (o la superación vía el situacionalismo metodológico) vs. holismo; consciente vs. inconsciente; lo externo vs. lo interno; comprensión vs. explicación; lógica (racional) vs. práctica (irracional); legalidad (necesidad) vs. libertad (libre decisión); monismo metodológico vs. anarquismo epistemológico (o posmodernismo metodológico); distanciamiento vs. empatía; coyuntura vs. historia; sincronía vs. diacronía; causalidad vs. azar; inducción vs. deducción; universal vs. singular, entre otras falsas opciones en boga. [volver]

[10] Durante los cursos de “metodología” y en los variados textos dedicados a la difusión y divulgación del proceso investigativo es habitual ubicar un parágrafo -y en el mejor de los casos, un capítulo- al denominado “Marco teórico” (o sus acepciones “Marco conceptual” y “Marco Referencial). Un estudio de la práctica de la enseñanza vigente muestra que todo aquel que no proponga estos marcos será acusado de empirista o neopositivista. Esta “necesidad” es ubicada tras el planteamiento de objetivos (Hernández Sampieri; 1991); y su formulación suele presentarle obstáculos al investigador, convirtiéndose en un momento estresante de la producción científica, pues si bien “no resulta infrecuente manejar nociones teóricas, sí lo es, en cambio, tener que operar con sistemas de conceptos” (Samaja; 1994:245). Complejidad en ascenso porque es posible encontrar más de una teoría cuyos conceptos podrían ligarse, generando el problema de la unidad lógica del sistema de conceptos (marco teórico). Así, la “concepción tradicional” se esfuerza por desembarazarse del empirismo, por eso refuerza la presión para el desarrollo (Popper, Greenwood y Bunge, entre otros) del marco teórico como condición para la aplicación consecuente del método hipotético-deductivo y del falsacionismo como criterio de demarcación entre ciencia y sentido común. Pero la aceptación acrítica de semejante pretensión, obliga al investigador a aceptar que la teoría sobre el fenómeno a estudiar es aceptada a priori, que existe con anterioridad a su indagación y puede directamente aplicarse a los hechos (pretensión formalista) y que se la propone a los efectos de contrastar y/o mejorar la teoría existente (según las máximas de Popper). Asimismo, el uso de conceptos de diferentes apuestas teóricas no constituye garantía de ruptura contra el sentido común o académico, motivo por el cual la simple presentación de un marco conceptual pensado como “un conjunto de componentes pertenecientes a una o más teorías que están presentes en las investigaciones, en forma explícita o implícita” (Gianella; 1995:112) no es suficiente para lograr construir científicamente un objeto social. ¿Por qué? Porque el marco teórico, como aplicación directa por vía deductiva (y sin referencia previa al objeto históricamente situado y contextualizado) oficia como efecto de cierre, como una tradición dogmática (en el sentido de Bachelard y Kuhn). [volver]

[11] La presencia de la metodología tradicional es tan omnipresente que la investigación cualitativa -siempre opuestos a los primeros- titubea entre adoptar sus criterios o desarrollar unos propios (Valles, 1997). [volver]

[12] Asimismo, pone en crisis es importante poner en crisis la noción de triangulación. [volver]

[13] ¿Qué relación tienen las categorías y conceptos con las realidades a las que hacen referencia?. En la perspectiva aquí expuesta, los conceptos dan cuenta de las relaciones reales entre conceptos. Esta frase encierra toda una disputa en la filosofía de las ciencias entre idealistas, realistas, pragmatistas. [volver]

[14] Situación que recuerda el carácter multiparadigmático de las ciencias sociales (Vasilachis, 1992). [volver]

[15] En ningún momento se pretende hacer referencia a la búsqueda de un discurso objetivo, fiel, reflejo de la realidad. Nada más alejado de esa perspectiva. Sí se pretende un discurso que no quede atrapado en la malla de las tradiciones y en el supuesto de la verdad que cada una de ellas encierra. [volver]

[16] Esta es, desde otra perspectiva la problemática planteada por el positivismo -y sus herederos contemporáneos- de manos de la pareja epistemológica Popper/Lazarsfeld. [volver]

[17] Esta consideración impone la siguiente pregunta: ¿si la realidad se construye, es posible pensar en imprimirle un sentido, una dirección?. La pregunta es pertinente porque lleva hasta el límite el axioma que propugna que la realidad es una construcción social, porque anima a cuestionarse sobre el eticidad de la dirección. Finalmente, porque permite discutir una vez más y desde otros topos, aquella caracterización que lo convertía -por arte de magia- en conocimiento predictivo. Así surge la problemática del futuro preanunciado, pero no como predicción (típica de ciertos momentos de la historia de las ciencias naturales y sociales) ni tan siquiera como probabilidad (leyes estadística) del suceso, sino como determinación, en la coyuntura del tiempo presente, del espacio de acción viable para la acción. [volver]

[18] De esta manera han minimizado la discusión y desarrollo sobre los indicadores, su conceptualización y función en el proceso investigativo, motivo por el cual no han podido resolver algunas contradicciones, por ejemplo (ver Garza Toledo). [volver]

[19] Aún propuestas no-positivistas como la desarrollada por Juan Samaja, basa su discusión crítica en los clásicos planteos de Lazarsfeld y Galtung (Samaja, 1995:162). [volver]

[20] La metodología tradicional habla de “instrumentos” o “técnicas” de “recolección” de datos. De esta manera realiza un doble trabajo ideológico: neutraliza la carga semántica implicada en los términos y simultáneamente, minimiza el sistema de decisiones puesto en juego por el investigador, como si detrás de cada decisión o instrumento no estuviese en juego una visión del objeto. [volver]

[21] Varios autores dan cuenta de las nuevas lógicas de actuación (Bericat, Vasilachis, D’Ancona, Valles, etc.), sin embargo, estos esfuerzos aún en sus diferentes versiones (complementación, triangulación y combinación) no logrado escapar a las dificultades que tal empresa presenta, aún entre sus reconocidos auspiciantes. Esta imposibilidad encuentra sustento en la fuerza que las tradiciones de formación imprimen sobre los esquemas de percepción (al iniciar la tarea desde las respectivas estrategias y tecnologías, los investigadores se han imposibilitado imaginar un objeto único cuya complejidad reside en la posibilidad de su aprehensión). Imposibilidad actuada (aunque se sostenga lo contrario) desde una práctica formalista que obliga a una determinada modalidad de aprehensión, donde algunas “realidades” pueden medirse y otras no. En este sentido, las críticas más fuertes a la noción de integración “cuanti/cuali” encuentran sostén en los siguientes argumentos: i) los instrumentos construidos sobre lógicas diferentes no pueden producir datos comparables, ii) cualquier instrumento no produce datos pertinentes y significativos a la lógica del objeto, iii) no se garantiza el acceso “verdadero” al objeto, gracias a la coacción de instrumentos que funcionan como “dispositivos de control” de datos (en realidad se multiplican los sesgos y los esfuerzos para controlarlos); iv) no asegura información válida y fiable (que lo que se observa corresponda con lo que se desea observar) aunque se sometan al “control de los controles”), porque esta validación cruzada depende de la forma en que se construye la relación de conocimiento desplazando la “vigilancia epistemológica” por el control entre artefactos tecnologicos; v) el investigador de manera formalista impone (fetichismo metodológico) una estrategia por adelantado, y no como respuesta a las exigencias reconstructiva a partir de un “modelo teórico pertinente”. [volver]

[22] De la aproximación espiriforme antecedente es importante recuperar la noción de concreto-real como “síntesis de múltiples relaciones y por lo tanto unidad de lo diverso”. De las prácticas sociales desplegadas cotidianamente, se ha podido constatar que no son un producto caótico, sino resultado de un juego de interacciones y “reacciones” impuestas por causas estructurales construidas colectivamente, y reproducidas durante las puestas en acto de los habitus. En este marco, nuevamente encuentran “sentido” las nociones de pensamiento relacional, estructura y campo. Entonces, ya descartadas por “deficitarias” las técnicas univariantes y bivariantes -en sus versiones cuantitativa y cualitativa- para dar cuenta de los fenómenos de producción de sentido, encuentran su especificidad las denominadas técnicas de análisis multivariante. Preceptos tecnológicos de mayor potencia que deberían pensarse tanto para los datos de gramática cuantitativa como cualitativa. A la vez que favorece que todas las variables sean analizadas simultáneamente en un esfuerzo por encontrar una estructura subyacente para el conjunto de los rasgos individualizados. Lo cual sí responde a las exigencias de objetividad que impone la realidad. Desde este marco, la identificación de la estructura (relación entre una serie de variables observaciones u objetos definidos) ofrece simplicidad y una manera de describir e incluso descubrir nuevas relaciones las que serán también sometidas a prueba posiblemente presentes en el objeto. En el Análisis de Correspondencia (AC), -si bien asociada a los estudios estadísticos-, esta posibilidad de análisis multdimensional se muestra “más cercana” a las exigencias de objetividad que plantea la concepción de la realidad social no como algo dado, sino como producto de existencia y potencialidad, pues es una estrategia que permite dar cuenta (al buscar las regularidades) de la heterocliticidad del fenómeno (series/materialidades, géneros, espacios, tiempo, agentes, etc.) y su articulación sin destruirlo como objeto total, como fenómeno complejo. De esta forma, al analizar un gran número de variables (como se percibe en cuestionarios, entrevistas, etc.) la mayores dificultades radican en captar el conjunto sin preder las interralaciones específicas. En este contexto, el Análisis de Correspondencia se destaca por la ventajas a la hora de i) establecer relaciones entre variables no métricas (cualitativas), ii) posibilitar la reconstrucción de la estructura profunda de los datos, iii) organizar en un espacio visual (mapas perceptuales) el funcionamiento de la totalidad de la información al cruzar todas las variables simultáneamente, y finalmente, iv) integrar sus resultados a otras técnicas que permiten crear tipologías (análisis cluster) o confirmar las hipótesis (análisis factorial). De esta forma, el AC gana en capacidad interpretativa, al detectar asociaciones entre ellas a través del análisis de las cercanías entre los puntos representativos de todas las categorías y facilitar la extracción de relaciones que pasarían totalmente inadvertidas con otros métodos multuivariantes y obviamente por las clásicas tablas de dos variables (tabulación cruzada convencional). El Análisis de la Correspondencia es una técnica de análisis de multivariante usada principalmente para el análisis de datos en forma exploratoria. Es una herramienta poderosa, porque muestra efectos de la interacción que no pueden verse en una tabulación cruzada convencional. Y ante el análisis de un gran número de variables, el peligro de perder las interralaciones específicas del conjunto, se ven contrarrestadas por el avance simultáneo de técnicas estadísticas y softwares. Todo lo cual favorece el tratamiento de datos más próximos a los niveles de “medición” de las ciencas sociales. Dado que las variables presentes en el texto son numerosas, y que la indagación requiere de técnicas capaces de dar cuenta de ellas en forma simultánea, el Análisis de Correspondencias Múltiples (ACM) es el instrumento “ideal” para analizar la estructura subyacente de aquel gran número de rasgos. En efecto, este tipo de análisis permite transformar un gran número de variables (cuantitativas y/o cualitativas) en un pequeño número de factores (combinación de grandes criterios definidos a partir de variables cuantitativas y cualitativas). [volver]

[23] En la metodología cuantitativa tradicional, el diseño de investigación implica: i) elección de las unidades de análisis, ii) muestras, iii) instrumentos de recolección de información y iv) técnicas de análisis de datos. [volver]

[24] En este sentido, el término diseño de investigación sería similar -en una acepción amplia- a proyecto de investigación. Pero lo cierto es que diseño de investigación -en su versión restringida- ha adquirido tanta fuerza en la enseñanza tradicional que los docentes ponen especiales esfuerzos en inculcar que tras el Marco Teórico y determinación de objetivos comienza una momento donde se “diseña la investigación” que cubriría diferentes sentidos si se refiere a las investigaciones de carácter cuantitativo o cualitativo. [volver]

[25] De manera tal que si es importante marcar temporo-espacialmente la indagación, deberían programarse recursos y capacidades, a partir de guiños y marcas puestas en discurso al reconstruir la historicidad del fenómeno. [volver]

[26] Tal sustitución no es simplemente nominativa, sino una profunda transformación que puede captarse fácilmente al comparar los modos de producción de tales legitimaciones científicas (Valles, Cea D’Ancona, Baranger, entre otros). [volver]

[27] En el marco de la lógica construccionista/dialéctica, las nociones coherencia, consistencia y adecuación referencial se muestran más amigables a ciertas aproximaciones de la investigación cualitativa. Entre ellas, la noción de “diseño emergente” y los criterios de referencia para lograr credibilidad, como veracidad, generalización y consistencia (Valles, 1997:103). [volver]

[28] Se parte de lo real, diría Marx. ¿Por qué iniciar esta táctica con el trabajo con la descripción densa y comparativa? ¿Por qué no comenzar con la búsqueda de teorías existentes? ¿Por qué no tomarlas como punto de partida? ¿Por qué comenzar con la descripción, por significativa que sea, de los sistemas vividos, actuados y pensados? Porque el objeto de las ciencias sociales (hombre, mundo y sus vinculaciones) se fundamenta en el movimiento. Porque esta propuesta no está cayendo en un renovado empirismo menos ingenuo, pero no menos potente. De esta manera, los parámetros categoriales deben ponerse en tela de juicio, en suspenso, dando más margen de acción a la razón epistemológica (o gnoseológica en su función de apertura) por sobre la razón teórica (explicativa en su función de cierre). Como recuerda Díaz-Polanco (Bravo, et al. 1979:52), las categorías con transitorias e históricas; y en “este proceso de movimiento y cambio permanente, de invalidación periódica, incluso de las ideas, de las teorías que tratan de dar cuenta de la realidad, ya nada permanece inmutable ni eterno: ni siquiera los contenidos teóricos del pensamiento. ¿Qué queda entonces en pie? A lo sumo el reino del pensamiento puro, en lo que queda en pié de él: la teorías de las leyes del mismo proceso de pensar, la lógica y la dialéctica”. Es decir: cuando los sistemas teóricos no responden a las nuevas exigencias de la empiria, sólo la lógica permanece (en el sentido de lógica dialéctica). [volver]

[29] Esta imagen es interesante porque permite asociarlas con otras nociones como las de diseño flexible y emergente de la investigación cualitativa (ver Valles, 1997:77). [volver]

[30] Champagne ha señalado que el cientista social tiene “cada vez menos oportunidades de tener ante él, cuando por ejemplo procede a realizar una entrevista, a agentes sociales totalmente ignorantes de las ciencias humanas puesto que las experiencias de la sociología tienden a ir pasando progresivamente al mundo social y a inscribirse en el funcionamiento de la sociedad (…) Las ciencias sociales deben incluir, así pues, en su propio objeto la existencia de los efectos que resultan de su propia difusión. Pero aun hay más. Han de tener en cuenta la existencia de falsas ciencias sociales (tal el caso del sondeo de opinión) porque éstas tienen efectos que no son menos reales e importantes” (Champagne P, et al; 1993:164-165). Como caso tragicómico podría presentarse el ejemplo expuesto por un antropólogo español, quien al reseñar las nuevas condiciones del trabajo de investigación etnográfica comentó como “un investigador en una comunidad de Gabón iba a tener una importante entrevista con un informante cualificado. La preparó con la lectura de una monografía clásica sobre la zona. La entrevista, que tuvo lugar en la entrada de la choza-vivienda del informante, fue transcurriendo con normalidad. El investigador fue preguntando las preguntas que tenía preparadas y recibiendo las respuestas que juzgó pertinentes e interesantes. En un momento determinado formuló una nueva pregunta, el entrevistado titubeó un poco y se excusó, entró en la vivienda y volvió al cabo de un momento con un ejemplar en la mano de la misma obra clásica que había servido al investigador para preparar la entrevista. Lo mismo se cuenta de informantes nativos de América que conocían las monografías de Kroeber, o en otras partes de Africa, conocedores de las de Meyer Fortes” (Velasco, et al, 1997: 74). [volver]

[31] De allí la importancia por indagar y desarrollar una historia social de la ciencia social, de sus conceptos, teorías, métodos y técnicas, etc. [volver]

[32] Como sustitutiva de las hipótesis de carácter hipotético-deductivas, Bourdieu señaló: “el razonamiento analógico, que se apoya en la intuición razonada de las homologías (fundada ella misma, en el conocimiento de las leyes invariantes de los campos), es un formidable instrumento de construcción del objeto: posibilita sumergirse por completo en la particularidad del caso estudiado sin ahogarse (como lo hace la ideografía empirista) y cumplir con el propósito de generalización, que es la ciencia misma, no mediante la aplicación de grandes construcciones formales y vacuas [teorías y su aplicación en hipótesis hipotética deductivas, por ejemplo Popper. N.A.], sino a través de esta manera particular de conceptualizar el caso particular, consistente en concebirlo realmente como tal. Este modo de pensamiento se aplica en una forma totalmente lógica dentro y por medio del recurso al método comparativo, que permite conceptualizar en términos relacionales un caso particular constituido en caso particular de lo posible, apoyándose en las homologías estructurales existente entre campos diferentes o, entre estados distintos del mismo campo (ayer y hoy)”. (Bourdieu; 1995:174). La analogía cumple la función de presentar hipótesis sobre conocimientos validados empíricamente, y no exclusivamente deducibles de la teoría, como en los sistemas hipotético-deductivos (sistemas tautológicos). En ese caso -dice Samaja- lo que se hace es adoptar otro sistema más simple o, mejor conocido que resulte análogo. Confrontando los dos sistemas (el propio y el análogo) se van extrayendo los elementos comunes (funcionales, estrcutuarales y genéticos) que permitan avanzar en el descubrimiento de la teoría común a ambas (o dicho de manera más correcta, de la cual ambos sistemas son modelos). Siendo así -dice Samaja- el momento de la formulación del marco teórico (para nosotros construcción del objeto científico) presenta diversas formas según sea el grado de desarrollo del conocimiento pre-existente en que se inscribe el problema de la investigación. Las posibilidades serían: i) si el estado del arte no permite echar mano a ninguna teoría pre-existente; ii) si hay antecedentes suficientes para avanzar por encima de una mera descripción de elementos y relaciones generales, y iii) si el conocimiento existente permite identificar estratos, jerarquías y postular mecanismos de génesis: procesos constitutivos y regulativos (Samaja 1995: 245-ss). [volver]

[33] Leppenies, en un texto digno de lectura, comenta la agitada relación entre sociología y literatura en Francia, Inglaterra y Alemania, y que apoyaría la hipótesis de vincular lo social con la literatura. En la Argentina, el sociólogo Horacio González ha trazado un panorama similar entre historia, política y literatura para dar cuenta de una historia crítica de la sociología en el país. [volver]

[34] En cuanto a la utilización de los datos secundarios, la epistemología crítica pone en el tapete la cuestión de su construcción. Actitud alejada de toda consideración arrogante: simplemente se cuestiona pues se desconocen las verdaderas prácticas investigativas que han generado datos concretos que en realidad son producto de un formidable trabajo de abstracción, por lo tanto epistémico y teórico. La crítica se extiende a las técnicas englobadas en el procedimiento conocido como meta-análisis. [volver]

[35] El término remite de alguna manera al concepto propuesto por el antropólogo Clifford Geertz. [volver]

[36] La “duda radical” obliga a una nueva manera de relacionarse con la tradición teórica, dibuja un nuevo lugar en el escenario investigativo a la teoría existente, a los padres fundadores, los “clásicos”, como suele decirse. ¿Por qué es necesario realizar el mismo trabajo de ruptura con la tradición teórica (las teorías generales y regionales) que con el sentido común? La respuesta sería: la circulación del conocimiento de lo social y la capacidad reflexiva de las prácticas sociales (Giddens) y además el hecho que el mundo que analiza el cientista social está cada vez más moldeada por los profesionales, especialistas y expertos, mucho de ellos incluidos en el mundo de la producción simbólica (periodistas, analistas, etc.). Asimismo, luego del “cimbronazo” inicial que producen en los agentes la información científica sobre sus prácticas, cada uno de estos tiende a armonizar sus acciones con el mundo real, por lo tanto, el conocimiento se convierte en doxa, y comienza a formar parte de la sociodinámica de la cultura (diría Samaja), un conocimiento objetivado que los agentes pueden utilizar. [volver]

[37] Imágenes que se encuentran más próximas al respeto por quienes se piensan y repiensan que a la fidelidad por la letra escrita, y además porque responde mejor a las verdaderas posibilidades, pues la distancia entre los campos de producción y de recepción se no se pueden ignorar. [volver]

[38] En los términos de Zemelman (1994:6) el racionalismo dialéctico pretende una reconstrucción que sintetiza lo dado y lo virtual, donde lo dado se confronta por medio de la falsación (u otro procedimiento de corroboración), mientras lo virtual se confronta a través de la construcción de objetos con capacidad de articulación según el siguiente esquema: la teoría se transforma en conceptos ordenadores cuya función es organizar campos de observación que constituyen el marco para construir objetos en su interior; por lo tanto la acumulación se produce en el contexto de la vigencia del objeto construido (especificidad), por lo que se da mayor importancia a las formas de construir objetos que al objeto mismo”. [volver]

[39] Como ha dicho Hammersley, la comparación es a las ciencias sociales lo que la experimentación es a las ciencias sociales. [volver]

[40] Entonces, si el comienzo del proceso abductivo exige contar con datos del fenómeno, va de suyo la implicancia de los puntos-de-vista implicados en el trabajo de producción científica, y consecuentemente, la calidad del investigador. Es decir: un científico con mayores conocimientos (manejo de conceptos, comprensión de significados y capacidad crítica) tendrá mayores posibilidades de formular hipótesis y relaciones útiles y creativas. [volver]

[41] No sólo la serie policial protagonizada por Sherlock Holmes, sino que en oportunidades, programas infantiles como “Las pistas de Blue” (en la señal de Nickelodeon) permiten apreciar estos saltos simultáneamente interpretativos y explicativos. [volver]

[42] Un espacio propio se merece la problemática de la construcción de los indicadores, incluida en la relación de subordinación de conceptos y en el marco de una concepción multinivel de la realidad social.”Evidentemente (Garza Toledo 1988:166) siempre será mejor un indicador sistemático construido estrictamente con base en el paradigma utilizado que otro proveniente de otro paradigma. Sin embargo, lo dicho para los indicadores intuitivos es válido para el paso de indicadores de un paradigma a otro. Bien porque la teoría sistemática no sea capaz todavía de permitir la reconstrucción de un indicador o bien, porque la teoría sistemática no sea capaz todavía de permitir la reconstrucción de un indicador o bien, por cuestiones de economía en términos de poder generar la información deseable. El uso de indicadores de un paradigma a otro no puede ser descartado, a condición de ser mediado por la reflexión acerca de sus determinaciones y aquellas deseables para el concepto que se requiere reflejar”. Zemelman (1989:45) propone la idea de “contenido de realidad” de los indicadores y simultáneamente, y la elaboración de criterios, a partir de los cuales puedan ser utilizados en la propuesta reconstruccionista, aquellos indicadores propuestos por otros como los de elaboración propia. Entonces es posible recuperar los indicadores construidos por otros, y para otros fines (que en Bourdieu, significa, para la creación de otra (finalidad) teoría del objeto). “La primera alternativa, se presenta como ideal, en ocasiones no es factible de viabilizarse en el corto plazo, pues exige de partida toda una estructura de la información secundaria; ésta deba acometerse, ya que la mayor parte de los sistemas de información básica y derivada con los que se trabaja, tanto en los ámbitos públicos como en el sector público, está signada por las mismas deficiencias apuntadas” (Zemelman, 1989:112). [volver]

[43] Sobre la experimentación en las ciencias sociales, recordar aquellos experimentos en Psicología Social y las técnicas “menos duras” de panel, grupos de discusión, etc. [volver]

[44] Aplicar significa “comparar”, “confrontar” este modelo con la realidad. Al estilo de los tipos ideales de Weber, no son construcciones listas a ser utilizadas, sino mecanismos de generación de hipótesis. Como ha sostenido Manuel Castells, si el modelo se aplica “está bien, de lo contrario es puro formalismo teórico”, que termina aceptando como “lógica de la teoría” (teoría específica del objeto) aquello que sólo es “teoría de la lógica”. [volver]

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