No viene de que unos seamos más razonables que otros, sino del hecho que conducimos nuestros pensamientos por diversas vías y no consideramos las mismas cosas

Descartes, 1637.

1. El problema metodológico en las ciencias sociales

Inconformidad, malestares, desconciertos y confusiones son constantes anímicas que se presentan con alguna frecuencia, en los grupos de pesquisa, semilleros o cursos de investigación social. Unos porque exigen y defienden formulas, acciones y técnicas para el desarrollo de los procesos de construcción de conocimientos, y otros, porque se sitúan en la movilidad, singularidad y particularidad de los procesos sociales, considerando que toda construcción cognitiva requiere de caminos e instrumentos pertinentes, adecuados y congruentes.

Ideográficos o nomotéticos, empíricos o hermenéuticos, axiomáticos o flexibles, especulares o dialécticos, inductivos o deductivos; todos ellos son caminos para construir conocimiento y todos han sido formulados dicotómicamente, en un par de contrarios, sin reconocer la contradicción en su tensión y en la totalidad compleja, que caracteriza el proceso de construcción de conocimientos.

La confusión y el desconcierto en cuanto a las aspiraciones y pretensiones de validez de los procedimientos metodológicos y, por consiguiente, de sus conclusiones, llevan a que muchos investigadores planteen la necesidad de realizar, periódicamente, “una revisión acuciosa de los procedimientos epistemológicos y metodológicos, que son los rieles por los que caminan nuestras disciplinas.” (Martinez 93).

Interesarse por lo epistemológico y lo metodológico, en el contexto actual, lleva a replantear las relaciones entre ciencia y ética, y entre, conocer científico y vida. Esto motiva a pensar en la necesidad de propuestas alternativas, por medio de las cuales la investigación social fertilice el desierto de la civilización y “haga que los hombres vuelvan a sentir el mundo como algo suyo, que mida a los hombres con medidas humanas… que no supere el intelectualismo mediante la irracionalidad, sino reflexionando sobre él hasta las últimas consecuencias y que, mediante un pensar con más contenido real, o sea, más cercano a la vida lo vuelva a introducir en el ámbito de la experiencia humana.” (Ende, 94)

Esta exigencia se nos presenta porque nos estamos quedando cortos en revisiones y reinvenciones; quizás, porque empezamos a conocer, crear y aplicar paradigmas, modelos conceptos, discursos sin sujetos, sin historias, sin presencias y por consiguiente, sin compromisos. Nos leemos desde patrones y plataformas que nos indican y guían la comprensión y acción que desarrollamos sobre la realidad, en una sola dirección. Por ello, se agotan las funciones cognitivas, o se repiten acríticamente las acostumbradas, dando cuenta de inercias mentales, rutinas, lógicas o razones instrumentales, reductivas y simplificadoras por un lado, y, por el otro, de intereses teóricos y extra teóricos técnicos, que controlan toda apertura u opción alternativa, problematizadora y contextuada en los retos actuales. (Ghiso, 02)

A su manera Hugo Zemelman señala que : “En efecto, la inercia mental y los intereses siempre han sido, a lo largo de la historia de la ciencia, los dos grandes obstáculos que han frenado el cambio, la innovación y el progreso: la inercia mental porque se rinde ante el esfuerzo y el trabajo y cede a la comodidad momentánea y a la ley del menor esfuerzo; y el interés porque siempre antepone las ventajas personales a lo que sería un bien para muchos.” (Zemelman;00)

Lo anterior nos alerta sobre procesos investigativos que convierten el orden establecido en su propio régimen epistemológico y metodologico, asumiendo con indolencia los parámetros y ángulos de indagación y respuesta impuestos por el poder económico e ideológico. Los individuos que conocen y las construcciones de conocimiento quedan así, refugiadas en el simplismo, justificado con argumentos pragmáticos y técnicos, que no hacen sino ocultar lo que subyace: las necesidades de una hegemonía en el poder y las exigencias de un modelo ideológico/económico que los sostiene.

Necesitamos entonces, interrogar y trasformar los presupuestos epistémicos y las propuestas metodológicas, por lo que requerimos hacer tránsitos y tomar opciones que nos permitan construir, organizar y recrear conocimientos para la vida. Para ello requerimos asumir posturas que cuestionen las bases de cualquier propuesta investigativa.

Una episteme y metodologías alternativas contienen, en ellas mismas, las semillas de la inestabilidad, de la autopoiesis, de la autoecoorganización, del diálogo crítico con lo diverso y de la recursividad generadora de nuevas relaciones e interacciones. Estas simientes germinan si se anidan en actitudes humanas esenciales como: indignación, autonomía, apropiación, y esperanza.

Desde estas actitudes y desarrollando procedimientos investigativos alternativos y complejos, es posible desafiar los modos de entender lo social, retando las lógicas impuestas; reclamando, alertando y exigiendo a investigadores un discernimiento crítico constante.

2. Contextos metodológicos alternativos en investigación social.

Construcción dialógica e interactiva

Pensamos en la investigación como un proceso constructivo y dialógico. Cuando hablamos de constructivo asociamos intenciones, intereses, planes para realizar, crear, forjar conocimientos sobre la realidad social. El construir, como toda práctica social humana es contextuado, histórico, condicionado, pertinente a las circunstancias. Entender la investigación como una práctica social en la que se construyen comprensiones y explicaciones, nos lleva a pensar en que esta hace parte de un proceso, que permite a los sujetos involucrados reconocerse, reconocer, reinventar y reinventarse. La construcción no es iterativa, repetitiva, es una practica creativa, artística dinamizada por las tensiones y el goce estético que genera.

Aunque usemos elementos ya utilizados: conceptos, esquemas analíticos, instrumentos; el proceso investigativo al no ser entendido repetitivamente, sino constructivamente, restablece y reorganiza los elementos que lo componen, facilitando el desarrollo de nuevos sentidos y la elaboración de textos sobre lo social.

La construcción de conocimientos es un proceso en donde el investigador y las personas involucradas reconocen, integran, reordenan y expresan los elementos que componen un sistema comprensivo/explicativo. Lo que nos hace pensar que la investigación, como practica social posee una complejidad progresiva que se desarrolla a través de la significación de diversas formas de lo estudiado, dentro de los contextos situacionales y teóricos que permiten la reorganización y recreación conceptual.

El carácter dialógico e interactivo de esta construcción nos hace pensar en la orientación cara a cara, en el encuentro entre sujetos que se van constituyendo recíprocamente en interlocutores capaces de reconocerse y de reconocer un objeto de estudio a partir de un acuerdo comunicativo. En las interacciones, la palabra que transita y teje nuevos sentidos y significados, circula y es apropiada por el investigador y el investigado. Los sujetos conversan y discuten en un proceso en el que los interlocutores, situados en un ámbito configurado por tensiones, intereses, experiencias, emociones y conocimientos – saberes -, recrean su protagonismo reflexivo y cognoscente.

No hay investigación participativa que no construya un nosotros que se conoce y que conoce, si ese nosotros no se constituye no hay real y honesta participación, solo un remedo. Participación y comunicación son elementos constitutivos de una propuesta de investigación alternativa, donde la autopoiesis, la autoecoorganización, el diálogo crítico con lo diverso y la recursividad generadora y fundadas en actitudes humanas esenciales como: indignación, autonomía, apropiación, y esperanza, resignifican los componentes epistemológicos y metodológicos de las propuestas de investigación. Se rompe así con los programas positivistas, simplificadores y reificadores (cosificadores) de investigación social.

La singularidad y particularidad.

En este punto queremos señalar que la singularidad y la particularidad son niveles legítimos en los procesos de construcción de conocimientos en ciencias sociales. ” El conocimiento científico, desde este punto de vista cualitativo, no se legitima por la cantidad de los sujetos estudiados, sino por la cualidad de su expresión. El número de sujetos a estudiar responde a un criterio cualitativo, definido esencialmente por las necesidades del proceso de conocimiento descubiertas en el curso de la investigación” ( González R. 00, Glaser y Strauss 76).

La singularidad y la particularidad nos lleva a recrear nuestros conceptos sobre el sujeto, reponiendo el carácter político y social de sus construcciones de sentido; reconociendo que las configuraciones societales se nutren de los desarrollos culturales que los sujetos individuales y grupales generan cuando interactúan en contextos y espacios sociales vitales.

La singularidad y la particularidad ha sido desconocida y deslegitimada sistemáticamente como fuente y contexto analítico de procesos de investigación social. Esto porque se alejó al sujeto de sus configuraciones de sentido diversas, diferenciadas y desiguales, con el fin de imponer lecturas y contextos de sentido universales, homogenizadores y dominantes.

El reconocer la singularidad y la particularidad imponen nuevamente un cambio epistémico y metodológico, que lleva a que regresen los sujetos a los procesos de investigación, para comprender y explicar colectiva y críticamente cómo las personas producen significados en sus contextos y cómo esta producción tiene que ver con las capacidades de apropiar conocimientos autónomamente, de interlocutar, de participar socialmente y de ejercer el poder. En concreto la singularidad y la particularidad son componentes centrales en la constitución de lo social y en el conocimiento de estos procesos históricos.

Textualización, Contextualización y Cotextualización.

La investigación es una práctica social intencionada, interesada en la construcción de textos. Todos los planes, dispositivos, técnicas y esfuerzos están orientados hacia un fin: construir relatos, discursos y proyectos; en otras palabras, describir, expresar comprensiones, explicaciones y prescribir, prospectar el quehacer humano. La investigación social es una practica que produce textos diversos a partir de otros textos singulares. Su misión no es crear el único texto, el verdadero, el que debe ser acatado como discurso único; por el contrario la investigación social, como práctica anfibia, se sitúa en los terrenos de la academia y de la vida cotidiana, tiene como misión generar mayor diversidad discursiva, favoreciendo la aparición de múltiples textos, que van dando cuenta de las particulares y singulares maneras de describir, comprender, explicar y prospectar la vida.

Así como la investigación social, en un horizonte crítico y deconstructivo, no busca construir discursos universales y restrictivos, tampoco pretende crear o afianzar fragmentaciones y torres de babel. Por el contrario, su tarea es la de construir telares y tejidos, para que los diferentes textos ( texturas) se encuentren, se recreen, se reconozcan, se asuman, se ponderen, se deconstruyan y reconstruyan.

La investigación social reteje y teje argumentaciones, las valida, las hace plausibles; buscando el encuentro legitimador de los acuerdos discursivos. Esta tarea investigativa así entendida, aporta a la regeneración del tejido social y a la constitución y fortalecimiento de sujetos sociales que ejercen el poder desde su singularidad y particularidad.

Pero para que el texto sea plausible, para que alcance su densidad descriptiva, comprensiva y explicativa tiene que ser problematizado y esto sólo se logra si el texto es contextualizado, situacional y teóricamente por los sujetos, de esta manera, la construcción discursiva producto de un proceso de investigación descubre sus inconsistencias, sus incoherencias, sus desajustes e inadecuaciones. Esto lleva a un proceso posterior de retextualización, en el que se gana en consistencia, coherencia y ajuste.

Pero el texto, en estos procesos de investigación social alternativos, además de ser contextualizado es cotextualizado, lo que quiere decir es puesto en una relación de “comparación constante” con los relatos, discursos y proyectos de la alteridad, o sea con aquellos que están en capacidad de confrontar, validar y legitimar la construcción de conocimientos generada en el proceso de investigación.

Textualizar, contextualizar y cotextualizar son momentos eminentemente dialógicos e interactivos, donde el encuentro, la conversación y el debate son la clave y la condición por la cual los sujetos llegan a acuerdos sobre los conocimientos y objetivaciones logradas en la investigación.

3. Los tránsitos necesarios.

Consideramos que plantear caminos alternativos en investigación social, implica hacer cambios y tránsitos perceptivos, conceptuales y operativos. Entre los más importantes señalaría:

De los marcos teóricos y contextuales a las ecologías investigativas: Pasar de las plataformas teóricas como puntos de partida y de llegada, a ecologías en las que se construyan conocimientos en una dinámica sistémica, relacional, interdependiente e interactiva. Pasar de la ley, de la norma, de los manuales, del canon investigativo, a las gramáticas que describan y expresen las lógicas con las que los sujetos construyen, recrean, apropian y socializan el conocimiento.

Las prácticas sociales se resisten a ser descritas, comprendidas, interpretadas y recreadas desde plataformas construidas con los discursos hegemónicos que operan como soporte de mecanismos de autoridad y que son disyuntivos, reductivos y simplificadores de los procesos de investigación y de la realidad investigada.

Se requiere, entonces, de otros tipos de aproximaciones que permitan una visión sistémica, dinámica, autopoiética y recursiva, que trabajen sobre flujos de información, sobre acciones generadoras y con procedimientos flexibles y apropiadas. (Ghiso,01)

De la recolección a la generación de la información: Es pasar de la concepción objetivista o reificadora, a una constructiva y comunicativa, donde la información y el dato son construidos y generados por los sujetos. El dato no se encuentra, no se extrae, ni se recoge. Los datos y la información se crean, se elaboran, se producen en actuaciones comunicativas caracterizadas por la intención, la pregunta, el supuesto o la hipótesis que orientan la observación y la comunicación.

Los datos, la información no son objetos inertes, extraños al contexto y a los sujetos; por el contrario son textos abiertos, reciclables, refrendables , contextuados, progresivos y provisionales. El dato no se da naturalmente, por el contrario el dato se crea, la información se genera culturalmente en la interacción de los sujetos.

Lo anterior nos lleva también a pensar en la necesidad de empezar a concebir el dato como un texto social y no sólo como un item despersonalizado y descontextualizado.

Del interrogatorio a la conversación: Aquí nos referimos a la necesidad de pasar del cuestionario , de los interrogatorios a la conversación. Donde la entrevista retome el sentido del entre verse, del encuentro cara a cara, en donde un sujeto no se enfrenta al otro para ” extraerle ” información, sino para conversar sobre la vida, sobre los argumentos que dan sentido a la vida y sobre las identidades que ha venido configurando y perfilando.

De los instrumentos a las estrategias: Por último, en este apartado queremos señalar que el investigador debe regresar a la investigación social como sujeto capaz de proponer, de planear, de crear. No es un individuo que aplica herramientas que el no creó, que administra fórmulas o dispositivos que el no configuró. Por el contrario, en la investigación social alternativa reivindicamos al investigador en su papel de sujeto que conoce y que es capaz de analizar las condiciones de su búsqueda, planteando planes, momentos posibles y pertinentes, procesos ejes y de apoyo, procedimientos apropiables por el equipo.

El investigador social es un estratega del proceso investigativo, capaz de integrar metodologías y técnicas , en una propuesta de indagación que se concibe contextuada y condicionada por sus horizontes culturales e intenciones políticas.

4. Atreverse a investigar, algo más que metodologías.

El progreso del hombre fue posible porque la razón se había atrevido a pensar en contra de la razón (Lakatos)

Indignación

Reparar y reponer en la vida y en las prácticas sociales la indignación como motor de inconformidad vital, como desestabilizador de rutinas, de acostumbramientos, de acomodamientos; como movimiento vivencial y racional antagónico con la indiferencia como sistema de sobrevivencia humana. (Freire;01)

La indignación, como actitud básica que reconstituye sujetos sociales pensantes, emotivamente vigorosos y capaces de repeler las construcciones argumentativas que se lucran por sostener la guerra, de aborrecer las teorías económicas y sociales que someten a la mayor parte de los continentes en la miseria, de sentirse ofendido ante los presupuestos científicos de industrias multinacionales empeñadas en lucrarse de la destrucción del medio ambiente, de esta tierra patria. Indignación como actitud epistémica que lleva a incomodarse ante la discriminación y exclusión de miles de personas de los avances científicos en el campo de la salud, la ingeniería sanitaria, el uso de energías limpias y de bajo costo. Indignación que lleva a poner en tela de juicio las verdades eternas, los dogmas que mantienen autoridades académicas en sitiales de poder, desde donde ejercen padrinazgos y clientelas; oponiéndose sistemáticamente al recambio generacional, fortaleciendo el patriarcalismo y sosteniendo una ciencia racista, intolerante y fundamentalista.

La indignación como actitud epistémica es un nicho en el que se generan preguntas, se alteran rutinas que llevan a la entropía; abriendo a nuevas búsquedas y proyectando al sujeto a inéditos viables; sabiendo que al imaginar, se empieza a cambiar. La indignación es entonces, un motor epistémico que mueve al conocer alternativo.

Esta disposición y actitud, asumida día a día, configura un sujeto epistémico capaz de reaccionar contra todas las prácticas y teorías, por medio de las cuales, las hegemonías en el poder sostienen la inequidad como sistema social; naturalizando un sistema económico injusto, que les permite proclamar el fin de la historia. (Fukuyama; 95)

La indignación caracteriza a los individuos como sujetos capaces de constituirse en actores sociales reflexivos y constructores de preguntas y de propuestas. No será por medio de la imposición de modelos, sino, por el contrario, desarrollando ambientes caracterizados por interactuaciones multidimensionales transformadoras de nuestras vivencias y experiencias, no sólo en lo teórico sino también de posturas y formas de actuar y conocer, ya que desde una manera compleja estas dimensiones son inseparables en el convivir humano.

Autonomía

Así como el sistema social, político y económico se empeña en formatear hombres y mujeres ligth; también emprende la tarea de configurar individuos incapaces de reconocerse en sus contextos, en sus potencialidades y limitaciones. Un modelo social que nos inhibe e inhabilita en el desafío cognitivo más complejo: “Conócete a ti mismo” . Y como diría Octavio Paz, en una expresión plena de recursividad.

Estamos condicionados por dinámicas sociales y políticas que nos llevan permanentemente al desconocimiento de nosotros mismos, en el desconocimiento del otro. Perdiendo la conciencia de que “como humanos sólo tenemos el mundo que creamos con otros” (LAKATOS) El romper con lógicas y modelos que formatean el pensar; el enfrentar discursos sociales plantean al borramiento de los sujetos en sus singularidades (sentidos de vida) y particularidades (construcciones culturales) es fundar desde la autonomía una episteme que asume el reconocimiento y el autonombrarse como punto elemental e imprescindible de todo proceso cognitivo cotidiano o científico que pretende comprender o explicar la construcción sociocultural de la realidad.

Es notable como en los albores del pensamiento científico de occidente, los filósofos dan cuenta de la génesis de todo conocimiento en una máxima que conmina al “conócete a ti mismo…”

En este dictamen se condensa el principio y la condición de autonomía. El conocer, el preguntarse, el hacer consciencia, el investigar repele la dependencia, la imposición, la opresión. No hay construcción de conocimiento en el desconocimiento del sujeto como generador y productor consciente y autónomo de prácticas, relatos, discursos y proyectos.

La autonomía como actitud se configura y configura en procesos y dinámicas de reconocimiento, reinvención y autorreflexión, en estos movimientos se develan y analizan, comprenden y explican; cobran sentido las interacciones con los otros, con el medio y con aquellos medios interactivos y vivenciales que portan los acumulados simbólicos – discursos, expresiones estéticas, acumulados científicos -. El “Conócete a ti mismo”… nos proporciona elementos para comprender que nos hacemos sujetos en el cambio y que lo invariable en nosotros y en nuestros nichos de conocimiento es la mudanza, la transformación y la “crisis”. De aquí que autonomía no es sinónimo del “yo soy así, para siempre”; por el contrario las primeras tareas en el campo del conocimiento, desde la autonomía, tienen que ver la comprensión del cambio con incertidumbre y de la transformación caótica, como condición de existencia de lo social y del sujeto.

Apropiación

Somos testigos de como amplios sectores de la sociedad van perdiendo sus capacidades de relatar, argumentar, explicar, interrogar. Vamos paulatinamente perdiendo nuestras palabras aquellas que nos permitían apropiarnos del mundo desde la particular riqueza cultural. Estamos perdiendo pretextos, fundamentos y argumentos y lo que es peor a esta carencia se le suma un empobrecimiento en las concepciones sobre la realidad. En relación a esto, es sano llevar a cabo un análisis crítico y en profundidad de las concepciones que de lo social en sus dimensiones éticas, políticas, económicas, culturales y ambientales se expresan en los discursos generados a la sombra del lo que hemos venido denominando paradigma de la complejidad. Tenemos que hacer conciencia, contextuar y problematizar estos discursos y darnos cuenta si realmente enriquecen el pensamiento o, más bien, lo disminuyen sacrificando su apertura y su capacidad de establecer múltiples articulaciones.

Los procesos de investigación, de generación y negociación cultural de conocimientos tienen a la base una actitud de apropiación, que es lo mismo que decir hacer propio ese bien cultural material o simbólico. Apropiar es decidir que hacer con él. A la apropiación como actitud que configura el conocer se la ha venido asociando al acumular información, paquetes técnicos y productos. Poco se ha desarrollado el concepto de apropiación de conocimientos ligado al ejercicio del conocimiento. Quizás porque relacionar estos dos conceptos nos sitúa nuevamente frente al problema del poder, donde el conocimiento es un poder que se potencia y se ejerce desde una postura ética y política. Es por ello que las reflexiones epistemológicas se han venido realizando en la lógica del objeto, donde no tiene importancia interrogarse y problematizar los sentidos que tienen el conocimiento y su construcción, pues se agota en la simple apropiación o mejor posesión del objeto y la acumulación organizada de datos que faciliten su cristalización.

En cambio, asumimos la apropiación en la lógica del ejercicio del conocimiento y desde la búsqueda de la pertinencia como condición epistémica, la idea de apropiación nos sitúa en aquello: proceso, objeto o resultado que por ser apropiado – adecuado – es apropiable, es ejercible. Nuevamente la reflexión nos pone en evidencia que el proceso del conocer no es un problema de la realidad social como objeto, hecho o fenómeno; sino que es un proceso, una práctica social ligada a los sentidos, intenciones e intereses que mueven y condicionan la cognición, el hacer y ejercer ciencia.

La apropiación del conocimiento como bien simbólico y material de la humanidad lleva al sujeto que genera y ejerce el conocimiento a ubicarse en el momento histórico mediante actos de reconocimiento, problematización y comprensión.

La apropiación del conocimiento es, en otras palabras, constituirse como sujeto capaz de ejercer un conocimiento pertinente a un contexto histórico, a un sentido político/social y a una visión de alternativas de escenarios posibles, en los que , ejerciendo el conocer, se construye lo social. Y es desde la opción y decisión de apropiación donde los sujetos que conocen articulan las producciones discursivas y las prácticas sociales; es decir vinculan la acción discursiva del mundo social, con la construcción social de los discursos ( Chartier,96)

Esperanza

La realidad y el conocimiento no son lo que son, sino la que pujan por ser.

Recuperar la esperanza es para todos los humanos y en especial para aquellos que sufren opresión, exclusión, discriminación un imperativo existencial e histórico” necesario, pero no suficiente. La esperanza sola no transforma el mundo, pero no es posible prescindir de ella si se quiere cambiarlo. Necesitamos un conocimiento crítico fecundado en la esperanza , como un pez necesita el agua pura.

La esperanza como actitud epistémica de que podemos inquietarnos, aprender, producir y resistir a los obstáculos que se oponen a esa condición humana de ser. La esperanza es un componente clave de las practicas sociales alternativas y de los procesos de construcción de conocimientos que las alimentan. No habría paradigmas de la complejidad, si careciéramos de esperanza. Seria una contradicción si siendo conscientes del inacabamiento de los sujetos y de las condiciones de provisionalidad de los conocimientos que generan, no estuviéramos predispuestos a la búsqueda y que estas se hicieran sin esperanza. Que mueve a un investigador?… la esperanza como un motor hacia lo posible, lo probable, lo viable. La desesperanza es el borramiento de esta fuerza. La Esperanza, diría el maestro Paulo Freire ” es el condimento indispensable de la experiencia histórica. Sin ella la historia sería puro determinismo” (Freire 97). Solo hay historia, continua, donde hay tiempo problematizado y no pre dado. Los discursos de inexorabilidad e inflexibilidad del futuro, la proclama del fin de la historia son sin duda manifiestos del debil pensamiento, de la economía carcelera, de las ciencias políticas gendarmes…

La desesperanza no es el motor del conocer. De allí que una una configuración epistémica humana y compleja reflexiona sobre las razones objetivas de las desesperanzas que inmovilizan a los sujetos en sus búsquedas. Sería una contradicción promover propuestas alternativas que le temen a lo nuevo, a su condición de provisionalidad, que se someten por autoridad al fundamentalismo fatalista que inmoviliza y quiebra razones estéticas, también denominadas creatividades.

La esperanza necesita de la práctica, de la acción para no quedar en un simple deseo. La esperanza necesita hechos para convertirse en realidad histórica.

No te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Benedetti M.

Noviembre de 2002

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